Opinión

La explosión

Las manifestaciones de los pensionistas en las ciudades españolas son una respuesta a una política económica que está asentada en la autocomplacencia. A la rebelión de los jubilados ya se han incorporado los partidos de la oposición y los sindicatos. Son un grupo electoralmente importante y tocan un problema que más pronto o más tarde afecta a todos. La explosión de los jubilados es la expresión del malestar de aquellos grupos sociales que soportaron las consecuencias más duras de la crisis. Cuando se anuncia el fin de la misma, cuando llegan de nuevo las cifras de beneficios de las entidades financieras, a las que hubo que salvar con el dinero de todos, y las subidas millonarias de salarios de los grandes gestores con responsabilidades evidentes en los males, los jubilados, como otros grupos, constatan que siguen siendo los sacrificados también a la hora de repartir los beneficios de los duros ajustes. Son nuevas provocaciones las respuestas desde el Gobierno o desde sus portavocías varias, como la de que no hay recursos o de que es anticuado —Montoro dixit— aplicar el IPC a la actualización de las pensiones. Habrá que esperar a ese debate parlamentario para comprobar si las sensibilidades de cambios que afloraban en la profundidad de la crisis eran análisis reales o simplemente populismo para calmar a esos abuelos que con sus pensiones paliaron las consecuencias del paro o de los bajos salarios de sus hijos. El malestar que late en sociedades como la española y otras en Europa es por la falta de aplicación de las correcciones que se vieron como imprescindibles en los años duros. Se olvidaron. La derecha francesa habló entonces por boca de Sarkozy de la necesidad de una nueva ética para el capitalismo, la derecha española habló del escándalo de las altas retribuciones de los directivos que luego se negaron a asumir responsabilidades por los males causados. Ni se puede continuar instalados en políticas que se demostraron equivocadas para la mayoría ni en el desprecio a quienes más se sacrificaron.

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