Opinión

Idioma: tareas pendientes

DEDIQUEMOS EL RITUAL anual de As Letras Galegas para algunas consideraciones sobre el presente y futuro del idioma gallego. 1) Pintar de rosa el presente y futuro del gallego como lengua viva es mirar para otro lado. Hay una tendencia histórica e histérica a demonizar todo Informe –dramático– sobre la lengua gallega (Alonso Montero, 1973). 2) Las políticas lingüísticas, las del poder y las de la oposición, han de contrastarse en resultados. Para que estos mejoren habrían de reformularse y trabajar en puntos de encuentro. El interés del idioma propio pasa por abandonar su instrumentalización partidaria. Frente a quien busque renunciar al conocimiento del castellano o pretenda monopolizar el gallego como identidad nacionalista, no ha de responder con el extremo contrario: ignorar la realidad de una lengua propia. Irlanda habla inglés y es nacionalista. En Suiza, como recordaba Felipe Fernández Armesto, hablan en cuatro idiomas, y un cantón opera con uno de los cuatro como principal, y no hay ningún problema de separatismo o secesionismo. Pretender sin embargo uniformizar lo que es diferente produce conflicto. La vía jacobina impone unidad, no la crea. 3) El plurilingüismo, objetivo irrenunciable para el futuro competitivo del país, y hasta el bilingüismo armónico, no implican, en teoría y así debería ser en la práctica, la renuncia a que el gallego sea lengua vehicular en un uso social y oficial normalizado. 4) Hay que hacer visible el gallego más allá de la liturgia política e institucional. Si el 43,1% de los hogares lucenses tiene el gallego como idioma familiar preferente, esta realidad debería trasladarse a los patios de los colegios, a los locales de copas, a las relaciones comerciales, a las profesionales, a las sociales. Completemos datos: un 33,1% tienen indistintamente el gallego y el castellano como lenguas habituales en casa y un 23,2% tiene como preferente el castellano.

Comentarios