HABLEMOS DE empleo, con los datos del paro, y releguemos a una segunda posición, aunque sea seriamente preocupante, el monotema catalán. Octubre por sí mismo da incremento del paro. En términos interanuales el número de parados desciende y la afiliación a la Seguridad Social aumenta. Al margen de los juegos tecnocráticos con las estadísticas, la situación del empleo mejora en Galicia y en España. Pero también es cierto que son más que indicios los datos que apuntan a la temporalidad y a la precariedad del empleo que se crea.
En Galicia se necesitan políticas, condiciones e infratestructuras reales -no polígonos industriales para monocultivo de toxos y placa de alcalde-, que faciliten la instalación y creación de empresas que generen empleo. Ese acuerdo de la Xunta que prioriza 42 millones en ayudas a municipios que faciliten la instalación de empresas indica la necesidad de que se establezcan acciones coordinadas entre las diferentes administraciones, fundamentalmente la local y la autonómica, en ese objetivo de fomentar la economía productiva.
Es imprescindible, para la evolución positiva del país, abandonar el establecimiento y fomento de líneas políticas económicas de diferenciación entre las diferentes administraciones, por la competición partidista, en lugar del diálogo, la concertación y la acción conjunta que sume en una misma dirección. Es pedir un imposible. El núcleo de la política de partidos, de todos, actualmente radica en intentar crecer con la acentuación de las divisiones que existen en toda sociedad. Pero existen cuestiones que deberían situarse por encima de esa estrategia por el interés general.
La apuesta por la atracción, instalación y creación de empresas es la única que permitirá un marco estable para la generación de empleo, para acabar con la pérdida de población y con la carencia de horizonte para los jóvenes.
