'LUAR' , el popular programa que presenta Xosé Ramón Gayoso, celebró la pasada noche mil emisiones. Es un éxito de permanencia y de fidelidad de su audiencia. Luar es un fenómeno sociológico y de comunicación que pide un estudio, sin a priori ideológico, que lo encuadre en la sociedad gallega del tránsito al siglo XXI.
Los contenidos o, si se quiere, el imaginario de sociedad o de país que proyecta el programa recibe aplausos, críticas templadas y despiadadas. Lo cierto es que su éxito es indiscutible: ahí se asienta su permanencia en el tiempo, con independencia de los cambios políticos. Luar se basa en la conexión con amplias capas de la audiencia de este país.
No es Luar el que construye un imaginario de país, como si respondiese a un objetivo de construcción/transformación sociopolítica y cultural. No, Luar es un programa que responde o conecta con una amplia realidad sociocultural. Es un espejo. Que a uno le guste o no la imagen que refleja el programa no cambia en nada la realidad. Y aunque se rompa el espejo, la realidad sigue ahí. El desprecio a las expresiones de cultura popular, -cóctel que integra copla y gaita para decirlo en dos palabras en este caso- puede responder a una artificiosa ubicación de pseudoélite o, en ideología política, a la resistencia frente al cambio en las expresiones de la cultura popular.
Luar merece la felicitación por su éxito y por atender al ocio de un amplio sector de la sociedad gallega. Luar es Galicia, como sociedad con un peso significativamente importante de la población semiurbana y semirrural; un medio público ha de atender a esa realidad sociocultural. Es igualmente cierto que no toda Galicia es Luar. Galicia es plural. Hay otras realidades socioculturales a las que ha de atender, con otras fórmulas bien diferentes, el medio público que tiene como finalidad mantener la lengua propia de Galicia.