Opinión

Con problemas heredados

¿HACIA DÓNDE va el nuevo ejercicio que se abre este lunes? Esa es la pregunta fundamental, más que la de hacer balance triunfal o lacrimógeno del pasado. Del pasado hay que obtener lecciones para construir el presente.

El año 2018 se abre con el interrogante que representa el escenario catalán que monopolizó la atención mediática y política en los últimos meses. Ese problema es grave pero no debería implicar que se aparte la atención sobre cuestiones económicas y de políticas sociales que preocupan a un alto porcentaje de la sociedad. Aquí se ha recogido el mensaje del profesor Antón Costas sobre la necesidad de construir un nuevo pacto social, roto el anterior que aportó casi cuatro décadas de estabilidad y progreso a la sociedad española. Parece la síntesis clara del objetivo realista de la política, tanto en el diagnóstico de lo que ha sucedido en los largos años de la crisis financiera y económica, como en la necesidad de establecer ya nuevas costuras firmes que estabilicen social y políticamente esta sociedad.

Galicia, sin ser ajena a los efectos de esos problemas generales de España y de Europa, despide el año 2017 fundamentalmente con la esperanza de que se consoliden pilares como la apuesta por el sector forestal y la industria de la madera, el desarrollo tecnológico que debe suponer la concreción del polígono de Rozas y la estabilidad para los próximos años del sector del automóvil. Un triángulo que puede dar un cierto optimismo de futuro frente a una Galicia que pierde población.

La política gallega, aunque la Xunta que preside Núñez Feijóo cuente con mayoría absoluta en el Parlamento, pide por el interés general, y para abrir la confianza de los ciudadanos y de las nuevas generaciones en el horizonte de futuro, que determinadas cuestiones se afronten y decidan en clave suprapartidaria, en clave de país. Es la vía para afrontar el envejecimiento y pérdida de población.

Comentarios