Opinión

Cambio de táctica

LOS PARTIDOS POLÍTICOS clásicos abandonan el formato del mitin como herramienta para movilizar al electorado. El mitin queda solo para solemnidades litúrgicas en demostraciones de poderío de convocatoria con las visitas de los líderes máximos. El mitin, según cuentan las crónicas, dejará paso al contacto directo de los candidatos en la calle y en la vida diaria ciudadana. Si esta nueva forma sirviese además para que el intercambio de opiniones y peticiones circulase en dirección doble —del candidato al electorado y del elector al candidato— empezaríamos a sentar bases de cambio. El candidato, para la próxima ocasión en que vuelva a la calle al encuentro con el elector para pedir su voto, podrá empezar a percibir que su compromiso es con el ciudadano y no con el aparato del partido. La palabrería de los mítines —ya no quedan oradores— era y es fundamentalmente droga dura en vena para mantener la dependencia de los incodicionales. Eso ya no vale.

La democracia de maduro. El populismo es un hongo que vive sobre la democracia en descomposición, que acentúa. A Maduro, en campaña electoral en Venezuela, no le gusta que en Argentina haya ganado Mauricio Macri. El cambio argentino es un apoyo menos para el chavismo bolivariano, cóctel que además de desmenuzar unas ralladuras de lenguaje del socialismo marxista pilladas al vuelo en un curso abreviado, mezcla sentimientos nacionalistas, identitarios, insultos, populismo y demagogia. ¿Qué entenderá por democracia el chavista Maduro cuando anuncia que Argentina está preparada para la lucha tras unas elecciones que a él no le gustan en los resultados? ¿Qué cabe esperar en Venezuela si Maduro perdiese las elecciones?

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