Opinión

Urbanismo sin control

CONSTRUIR 'Á VAICHE BOA' fue durante décadas lo más normal en el medio rural lucense, donde se levantaron alpendres, naves y viviendas por doquier, sin orden alguno y sin que nadie dijese nada, ni se tomasen medidas para evitarlo, aunque a veces el incumplimiento de la normativa fuese flagrante y el daño al medio ambiente, irreparable. Desde hace tiempo, la Administración autonómica se ha tomado más en serio la ordenación territorial y la protección de la naturaleza y el pasado año la Axencia de Protección da Legalidade Urbanística (Aplu) demolió en la provincia de Lugo 29 edificaciones ilegales, lo que supone más del doble que en el 2015. La situación ha mejorado, pero el descontrol urbanístico continúa salpicando la geografía provincial y el tradicional "tira para adiante, que xa amañaremos" sigue produciéndose, aunque al final dé lugar a viviendas de varias plantas, construidas con una licencia solo para un alpendre, que acaban siendo derribadas.

Al margen de la idea tan arraigada en el medio rural de que cada uno hace en sus tierras lo que le da la gana, en el fondo del problema está el hecho tan simple de que la mayor parte de los ayuntamientos de la provincia carecen de un plan de urbanismo adaptado a la normativa vigente, que regule las actuaciones en su territorio. De los 67 concellos de la provincia, sólo 13 disponen de un PXOM que cumpla la Ley de Ordenación Urbanística e Protección do Medio Rural de Galicia del año 2002 y hay diez que carecen de cualquier tipo de planeamiento. El resto de los municipios, o tienen planes anticuados, según la normativa de 1997, u otro tipo de ordenaciones incompletas.

En estas condiciones, no es extraño que continúen dándose casos como los que se publicaron en los últimos días en El Progreso. En Pol, comenzaron los trabajos de demolición de una vivienda en San Martiño de Ferreiros, ordenados por la Aplu. La casa en cuestión comenzó a construirse cuando propietarios y Concello ya eran conscientes de que era ilegal, pero ambos confiaban en resolver el problema consiguiendo una declaración de núcleo rural por parte de la Xunta que nunca llegó a producirse. Otro ejemplo del "vai tirando" que acaba en ruinas.

Al mismo tiempo que se demolía la casa de Pol, en Sarria se hizo público que un vecino reclama 132.000 euros al Concello por el derribo de una nave para la que la administración local concedió no solo una sino dos veces la licencia de construcción. Una década después y tras una denuncia vecinal, que llegó al Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, la edificación fue declarada ilegal por no adaptarse al entorno. El ganadero que construyó la nave, creyendo que lo estaba haciendo como manda la ley, tuvo que pagar incluso los gastos de demolición y, claro, ahora quiere que el Ayuntamiento pague los daños ocasionados por hacer mal su trabajo.

Los técnicos en urbanismo y los arquitectos reconocen que, cuando se ponen a elaborar un plan de ordenación, aprecian que los vecinos consideran que las mejores normas son las que no existen. Hay un rechazo frontal a los PXOM, porque, aunque el equipo redactor y los políticos se vuelvan locos, nunca contentará a todos. Los intereses económicos que implican estas normativas son muy elevados y siempre sale alguien perjudicado, pero, sin una planificación adecuada del territorio, si continúa la semianarquía como hasta ahora, el ‘feísmo’ seguirá siendo endémico en el medio rural, casi una seña de identidad del paisaje lucense.

El atractivo del río Navia

LOS CONCELLOS lucenses y asturianos que atraviesa el río Navia, en colaboración con la Federación Galega de Montañismo, la Diputación de Lugo y el Principado, están diseñando una ruta de senderismo desde el nacimiento del cauce hasta su desembocadura. Itinerarios como este son un atractivo turístico, cada vez más valorados, que permiten un aprovechamiento sostenible del medio rural, creando negocios y empleo.

Tasas a las eléctricas

REPRESENTANTES de una treintena de concellos gallegos se reunieron en Monterroso para estudiar las posibilidades de cobrar a las compañías eléctricas unas tasas por los tendidos que atraviesan sus territorios. Las arcas municipales llevan años con pocos ingresos y los alcaldes tienen que agudizar el ingenio para incrementar su recaudación sin exprimir más a los sufridos vecinos.

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