Opinión

Diálogo en la Diputación

                                                                         Campos y Candia negocian de nuevo para aprobar el presupuesto y parece que se están entendiendo

EL CULEBRÓN en el que se ha convertido la tramitación del presupuesto de la Diputación para este año se está prolongando demasiado, pero ya se sabe que nunca es tarde si la dicha es buena y parece que en las últimas semanas los principales protagonistas del serial, la pareja formada por el socialista Darío Campos y la popular Elena Candia, ha retomado su relación, rota desde el pasado 29 de marzo por un desencuentro en el pleno, y están negociando las cuentas para 2016 en solitario, sin ningún tipo de intermediario que dificulte la comunicación.

En las últimas semanas, el presidente de la Diputación y alcalde de A Pontenova y la portavoz del PP y regidora de Mondoñedo se han reunido por lo menos en media docena de ocasiones y parece que se están entendiendo. Elena Candia admite que está hablando con Campos, aunque no quiere dar detalles ni profundizar en el contenido de las negociaciones. Por su parte, el pontenovés pasó la semana que hoy finaliza fuera de servicio, disfrutando de un viaje con su familia y, como el asunto esta vez es cuestión exclusiva del presidente, nadie en el equipo de gobierno abre la boca, incluidos los diputados más próximos al inquilino del despacho principal de San Marcos.

Aunque nadie quiere hablar, tanto el socialista como la popular han reconocido en distintas ocasiones que entre ellos había acuerdo sobre el contenido del proyecto presupuestario, es decir, sobre las actuaciones que llevaría a cabo la Diputación este año. De hecho, el presidente incluyó en las cuentas los convenios que Candia firmó con ayuntamientos del PP y otros prometidos directamente por él a alcaldes populares. Además, también tienen consensuado el Plan de Obras y Servicios (POS), algo excepcional con uno de los instrumentos históricamente utilizados por los gobiernos provinciales para beneficiar a los concellos de su color político y al que la oposición solía por sistema poner el calificativo de caciquil.

Sobre las obras ya había acuerdo desde marzo, pero quedaba pendiente un problema de envergadura, las bases de ejecución del presupuesto que, hasta el momento, exigía el PP. En la práctica, supondrían someter a la decisión del pleno, y por lo tanto de la mayoría que mantienen el PP y el diputado no adscrito, Manuel Martínez, la concesión de cualquier subvención y de casi todas las modificaciones de crédito que quisiese aplicar el gobierno provincial. En estas condiciones, el equipo de Campos sería un auténtico títere cuyos hilos estarían manejados a su antojo por la oposición desde el auditorio de San Marcos.

Para que bipartito y PP lleguen a un acuerdo que permita la aprobación definitiva del presupuesto para este año, la popular tendría que ceder en parte de sus aspiraciones y contentarse con continuar ejerciendo el control sobre el gobierno, que le corresponde como oposición, pero respetando al mismo tiempo el papel del ejecutivo y concediéndole el espacio y las competencias que le corresponden. En la práctica, esto se traduciría en aceptar que solo fuesen a pleno las subvenciones y las modificaciones de crédito que superasen una determinada cuantía, dejando el resto bajo la responsabilidad de la junta de gobierno o, directamente, del presidente. Candia no habla, pero entre los populares se reconoce que hay margen para ceder en este ámbito a cambio de todo lo que han conseguido introducir en el proyecto de las cuentas provinciales para este año.

Además, reconocen y asumen su responsabilidad ante la imperiosa necesidad de que la institución provincial, actualmente paralizada, retome su actividad, imprescindible para los pequeños concellos, asociaciones y una buena parte del tejido empresarial de la provincia.

Si el reencuentro entre Candia y Campos llega a buen fin, el PP tendría que retirar su proyecto presupuestario alternativo, que iba a ser debatido, por imperativo legal, en un pleno extraordinario el próximo día 27. Entonces se plantearían dos alternativas: continuar con la tramitación del presupuesto inicialmente aprobado en marzo, introduciendo las enmiendas del PP, que sería la vía más rápida, porque llegaría con convocar a la corporación para dar luz verde definitivamente a las cuentas, o iniciar de nuevo todo el procedimiento, con pleno, exposición al público del documento durante quince días y nueva sesión plenaria transcurrido ese plazo para que el presupuesto sea ejecutivo.

Mañana, el presidente se reincorpora a su despacho de San Marcos y puede que en cuestión de días él y la portavoz del PP anuncien un acuerdo para aprobar el presupuesto. Eso si nadie se entromete, como ocurrió en marzo, cuando, tras meses de negociación y un aparente acuerdo entre las partes, Campos se negó en el pleno a debatir las enmiendas presentadas a su proyecto presupuestario y los populares acabaron abandonando la sesión en señal de protesta y con un cabreo que ha bloqueado la aprobación definitiva del documento y toda la institución hasta ahora.

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