Opinión

La importancia de llamarse Bieito

Su familia le acristianó como Benito. Pero en cuanto empezó a escribir en los periódicos, como corresponsal del efímero Ferrol Diario en su Cedeira natal, con tan sólo catorce años y todavía en vida de Franco, ya firmaba como Bieito. Como él mismo ha confesado alguna vez, galleguizó su nombre de pila porque le parecía más sonoro y menos común que el original, pero también por amor a su tierra y a la lengua de Rosalía. Y como Bieito, no como Benito, tras una larga trayectoria en Galicia, hizo carrera en la Villa y Corte y llegó a dirigir durante una década uno de los grandes periódicos nacionales, el ABC, que siempre se ha distinguido por su compromiso en la defensa del español. Nunca se le pasó por la cabeza volver a ser Benito, por más que probablemente haya recibido alguna sugerencia en ese sentido a medida que iba ascendiendo en el escalafón profesional y sobre todo al abandonar el territorio gallego.

Para los lectores de Prensa, para los oyentes de radio y espectadores de televisión que le siguen a diario, y que se cuentan por miles en toda España, Bieito Rubido ha sido y es simplemente Bieito. Un periodista gallego que, por méritos propios, después de ser profeta en su tierra, logró abrirse un hueco en esa selva que es el periodismo de Madrid. No se lo pusieron fácil, como no se lo ponen a nadie que venga de la periferia, menos todavía a quien pretenda aportar una visión de la realidad nacional deudora del convencimiento de que España, la auténtica España, desde luego nunca será una nación de naciones y sin embargo es mucho más que el barrio de Salamanca, Moncloa, Castellana, Gran Vía o la Plaza de Colón, el cogollito madrileño.

Su nombre propio, Bieito, es de por sí una marca. Entre los directores de periódicos y los opinadores de ámbito nacional Bieito solo hay uno

Su nombre propio, Bieito, es de por sí una marca. Entre los directores de periódicos y los opinadores de ámbito nacional Bieito solo hay uno. No hace falta añadir el apellido para que cualquier ciudadano que presuma de bien informado sepa de quien se está hablando: de un profesional de perfil conservador que si por algo se distingue es por una actitud sinceramente beligerante en defensa de la España Constitucional surgida de la Transición, pero también, por coherencia, del Estado de las Autonomías. Porque Bieito es un autonomista convencido, uno de aquellos que siguen creyendo que la estructura autonómica como tal, bien entendida, no debilita la unidad de España, ni siquiera la tiene por qué erosionar. En eso Galicia siempre lo tuvo claro.

Contar la verdad ha sido y sigue siendo el objetivo vital del periodista que, a pesar de su creciente escepticismo sobre la profesión, mantiene intacta la pasión por cumplir cada día con el compromiso de mantener a quien le lea, le vea o le escuche, verazmente informado de lo que realmente pasa. Son ya más de cuarenta años los que Bieito Rubido lleva ejerciendo el oficio en cuya utilidad social sigue creyendo, a pesar de estar convencido de que asistimos al final de una época y de un modelo, que dejará paso a nueva era de la comunicación que parece pintar nada bien para los apasionados del auténtico periodismo. Está por ver si en ese nuevo escenario mediático seguirá teniendo la importancia que hoy tiene llamarse simplemente Bieito. O apellidarse Ónega o Prego.

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