Opinión

Escotet se viste de Capitán Pescanova

OCHO AÑOS después de protagonizar la mayor quiebra no inmobiliaria de la historia de España, y a punto de cumplir los sesenta de vida, Pescanova, la Nueva Pescanova, pasa a estar controlada por Abanca. La noticia de la regalleguización de la pesquera con sede en Redondela, una buena nueva para la economía gallega, ha pasado casi desapercibida. Pese a su indudable trascendencia, no alcanzó el eco mediático que merecía. A día de hoy la crisis del coronavirus no deja apenas hueco para noticias de otra índole, en la medida en que la epidemia constituye la casi única preocupación de la ciudadanía. Todo lo demás parece ser lo de menos. Una pena. Lo justo habría sido que algún periódico ilustrase la información con una viñeta o un dibujo de Juan Carlos Escotet vestido de Capitán Pescanova. Qué menos.

A la segunda (o tercera, según se mire) fue la vencida. El banco sucesor de las cajas gallegas logra hacerse con más del 80 por ciento del capital de la compañía fundada en su día por los hermanos Fernández López y durante muchos capitaneada por el irrepetible Valentín Paz Andrade. Abanca adquiere los paquetes accionariales que estaban en poder de los catalanes de Banco Sabadell y Caixabank, que, asumida la costosa quita bancaria, siempre estuvieron en Pescanova de paso, sin ánimo de quedarse en el negocio. La banca de Escotet pretendía hacerse también con las participaciones del Bank of América y de un fondo americano de inversiones. Con ellos, por ahora, no ha sido posible el acuerdo que permitiría controlar desde Galicia alrededor del 90 por ciento de la nueva Pescanova. Pero tiempo al tiempo.

Abanca busca ahora un ‘socio industrial’ del propio sector pesquero, gallego a ser posible, con el que compartir el puente de mando e iniciar una nueva singladura que deje atrás definitivamente la negra historia de un enorme fraude empresarial que a punto estuvo de mandar a pique a la que fue durante muchas décadas una historia de éxito, nacida del sueño de unos auténticos visionarios. El complejo gallego mar-industria, puntero en el mundo, cuenta con un elenco de empresas solventes, diversificadas e internacionalizadas. Muchas posibles novias, todas buen partido (Iberconsa, Fandicosta, Jealsa, etc), entre las cuales alguna habrá dispuesta a embarcarse en la aventura impulsada por el equipo de Escotet. Queda para la Xunta el papel de casamentera.

Para esto queríamos seguir contando con una entidad bancaria con sede social y centros de decisión en Galicia. El venezolano Escotet está cumpliendo los compromisos que formuló al comprar —de saldo, eso sí— Novagalicia Banco y que renueva en cada representación de resultados. Abanca piensa invertir una parte de sus beneficios en el capital de empresas estratégicas del tejido productivo de Galicia, que además de crear empleo y riqueza generen valor para la entidad. Seguirá haciendo inversiones en la economía real, siempre con sentidiño, regalleguizaciones incluidas, si tienen sentido. Apostando por compañías con perspectivas de viabilidad y rentabilidad. Haciendo país, sí, pero con los pies en la tierra… o en el mar, como en este caso.

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