Opinión

El impago de la deuda del Iva

Se veía venir. Antes o después el nuevo Gobierno de España iba a poner en un brete a Gonzalo Caballero. La decisión de no abonarle a la administración gallega los doscientos millones de euros que le adeuda por la mensualidad pendiente de los ingresos por Iva de 2017 es indefendible incluso por quien no se ha cansado de ensalzar las ventajas que a Galicia reportaría el acuerdo PSOE-Podemos, sustentado por nacionalistas y soberanistas de diverso pelaje. Dar por buena la argumentación de la ministra de Hacienda, eso de que la deuda decayó, que la cuestión tenía que haberse resuelto en 2019 y ahora ya no es posible, sería comulgar con ruedas de molino, o aceptar pulpo como animal de compañía. Vamos, que le han hecho un traje. En tan incómoda posición, la cúpula del Pesedegá opta por ponerse casi de perfil para no quedar en evidencia incluso ante su propio electorado, así como ante sus potenciales socios en una futura Xunta progresista. Y busca munición para pasar al contraataque y salir airoso de una situación que puede ser coyuntural, pero no novedosa.

A sus 45 años, Caballero es, por suerte para él, lo suficientemente joven para no recordar aquellos años del felipismo rampante en que bastantes dirigentes del PSOE —González y Guerra incluidos— estaban convencidos de que Galicia era una causa perdida para el progresismo por la mentalidad mayoritariamente conservadora de su población y la eficacia de las redes caciquiles que controloban férreamente el sentido de su voto. Aquí los socialistas no tenían nada o casi nada que hacer. Y poco les faltó para celebrar con cava la decisión de Fraga de retirarse a la Baviera galaica, abriendo la enésima crisis en la derecha española. El caso es que don Manuel recibió de los últimos gobiernos socialistas un trato institucional que para sí habría querido sí el efímero presidente González Laxe, con el consiguiente ninguno a los sucesivos líderes del Pesedegá.

Quedan más próximos los tiempos en que uno o dos diputados del Bloque obtenían de Zapatero unas jugosas compensaciones a sus apoyos puntuales en el Congreso en forma de compromisos que Touriño, instalado en San Caetano en coalición con los nacionalistas, no lograba arrancar a su gobierno amigo. Un histórico líder del socialismo gallego ya desaparecido mantenía que en Galicia el PSOE padece un "meigallo" que le impide gobernar la Xunta más de tres años seguidos y le condena a una crisis interna permanente que se lo pone muy fácil al PP hasta cuando, como ahora, soplan vientos favorables a los intereses electorales de la izquierda. Eso deben creer los sucesivos inquilinos de Ferraz, porque a la hora de la verdad ponen poca carne en el asador gallego o directamente tiran piedras al tejado de sus compañeros conmilitones de este rincón de España.

Está por ver que Feijóo le haga un favor a Gonzalo Caballero agotando la legislatura gallega en paralelo al despegue del bipartito de Pedro y Pablo

Está por ver que, como creen algunos, Feijóo le haga un favor a Gonzalo Caballero agotando la legislatura gallega en paralelo al despegue del bipartito de Pedro y Pablo. Si Moncloa y los ministerios socialistas persisten en ningunear a Galicia, con agravios como lo del Iva o aplazando —si no incumpliendo— los requerimientos de la agenda gallega, el PP verá crecer sus posibilidades de conservar la Xunta. Y de rebote también podrían obtener réditos las mareas y sobre todo el Bloque. En este contexto se entiende que haya voces en la órbita socialista que le sugieran a su líder dotarse de un perfil propio y, aún sin llegar a desmarcarse de Ferraz, construir una propuesta programática y estratégica lo más autonóma posible. A estas alturas no sería muy creíble que Caballero, que se lo debe casi todo, marcase distancias con el presidente del Gobierno. Aún así lo que menos le conviene es seguir pareciendo más sanchista que Sánchez.

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