Opinión

La encrucijada de Sánchez

PEOR QUE la incertidumbre política es el nerviosismo que parece anticipar el pánico. Leyendo algunos editoriales de periódico un visitante extranjero que no estuviera al tanto de los resultados del 20-D podría concluir que España está en puertas de convertirse en un régimen bolivariano. Podemos se ha empleado tan a fondo en la propaganda y en la provocación que no son pocos los medios que han comprado la mercancía sin reparar en que vivimos tiempos en los que la apariencia está por encima del ser. Y la democracia va camino de degenerar en telecracia.

Tan es así que Pablo Iglesias, un personaje con apenas dos años de vida pública, en un acto a medio camino entre la audacia y la arrogancia salió de su primera audiencia con el Rey dictándole a Pedro Sánchez (líder del PSOE, un partido con más de cien años de historia) la composición del futuro Gobierno de España reservándose para él una Vicepresidencia y para sus colegas de foto media docena de ministerios. Con un par. Repetida la provocación una y otra vez por las televisiones amigas crean tal estado de ansiedad que trastocó la agenda política del Presidente del Gobierno en funciones y la del jefe de la oposición. Paralizó al primero y bloqueó al segundo. Rajoy (PP, lista más votada) dio un paso atrás y declinó someterse a la investidura. Sánchez salió tocado de la rueda de prensa en la que reconoció que Iglesias ni siquiera se había molestado en informarle de la composición del "nuevo Gobierno". Disimulando la humillación desapareció del escenario al tiempo que un subalterno (Luena) echaba balones fuera. Iglesias (40 diputados propios, 29 asociados) les ha llevado a su terreno. Un territorio en el que la audacia juega con ventaja. Podemos no tiene nada que perder y mucho a ganar. Tanto si se repiten las elecciones (el instrumento para adelantar al PSOE), como si no. La debilidad orgánica de Sánchez (y su sueño presidencial) le restan autoridad para poner en su sitio al provocador Iglesias. Pero tendrá que hacerlo si no quiere encontrarse el próximo día 30 de enero (Comité Federal) con una revuelta de los barones. El resultado de todo esto es que la gente se pregunta qué va a pasar; qué más puede suceder para que Pedro Sánchez se decida a no entregar el futuro de su partido a los solos fines de su ambición.

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