Opinión

Qué es del rey Juan Carlos

EL REY Juan Carlos está en los Emiratos Árabes Unidos desde el día 3 de agosto que se le vio bajar de un avión en el aeropuerto de Abu Dabi, sin que desde dicha fecha se haya dado información ni comunicado alguno sobre su estancia y actividades en el golfo Pérsico y cuando piensa o desea volver a España.

Siempre se ha dicho que partir es morir un poco y el rey Juan Carlos, al decidir ausentarse de España, ha conseguido hacer realidad esa idea de que la ausencia y el silencio son los mejores aliados del olvido.

Fuera del foco de la actualidad y de la comunicación, ha conseguido que su recuerdo se inscriba en la evidencia de los logros conseguidos a favor de la democracia en España.

Como es sabido, San Isidoro afirmaba que "rey eres si obras rectamente, si no, no lo eres". Con estas palabras quería demostrar que es más importante la legitimidad de ejercicio que la propia legitimidad de origen, pues lo bueno puede malograrse si no se conserva su valor y prestigio en todo momento, de ahí, la importancia de preservar a la institución monárquica de toda sombra de sospecha o de duda sobre la honorabilidad de sus miembros.

No cabe duda de que el prestigio de la institución consiste en que el comportamiento de su titular sea ejemplar y modélico; ejemplar para poder ser seguido y modélico, para poder ser imitado. Cuando falta alguno de estos requisitos la institución se deteriora y arruina.

Es evidente que somos lo que hacemos y no lo que queremos, pensamos o decimos. Por eso, es más importante querer lo que se hace que hacer lo que se quiere, pues se debe tener presente que no se juzga a la persona, que se juzgan sus actos, pues "por sus frutos los conoceréis".

En definitiva si ser es hacer, por nuestros actos seremos juzgados y no por nuestras intenciones, deseos o propósitos, pues según se dice, el infierno está lleno de buenas intenciones, o siguiendo a Lope de Vega, "obras son amores que no buenas razones", pues si nadie da lo que no tiene, solo el bondadoso puede hacer cosas buenas, incluso Nietzsche llegó a decir: "Me angustia la idea de tener mi inteligencia solo para mí porque vale más dar que tener".

Concluyendo, al que da todo lo que tiene no se le puede pedir más.

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