Opinión

Conspiración Nintendo

CUANDO PARECÍA que el mundo estaba en manos de los 'millenial' y el activismo tuitero, que nos habíamos acustumbrado a que macroempresas y gobiernos vigilasen nuestros movimientos y sedentarias consultas en internet, Nintendo va, y da un paso más allá con la aplicación Pokemon Go. Todo un 'levántate y anda' para una generación de camino a la mediana edad que tiene miedo a morir por dejar de ser joven.

Como sucede con la irrupción de cualquier otro cachivache revolucionario, ya se ha dado algún episodio conflictivo con la aplicación. Puede que solo sea otra moda pasajera, como la de pasear con correa cerdos vietnamitas, vapear cigarrillos electrónicos o hacerse fotos con el palo selfie. Pero, si a los vapeadores y paseantes de cerdos hubo que explicarles que aunque técnicamente no estaban fumando ni aquel animal fuese un can, seguía sin resultar respetuoso hacia los demás entrar en un lugar público con una cosa u otra, también habrá algún que otro 'cazador' de pokemons con el que tendremos que hablar.

En Estados Unidos ya se han dado casos de accidentes de tráfico provocados por el uso indebido de esta aplicación, y no solo al volante. Los usuarios entran en iglesias en busca de estos seres virtuales para 'pescarlos' en un 'pis-pas' y luego salir tan anchos, mientras los feligreses permanecen en su paciente meditación en busca de una señal de lo divino mucho menos tangible que un 'pikachu' o un 'charmander' en la pantalla del móvil. Incluso, en el museo de Auschwitz han tenido que prohibir explícitamente el uso de la aplicación por la conservación del respeto a las víctimas del holocausto.

Al parecer, el criterio que usa Nintendo para distribuir sus 'monstruos de bolsillo' sobre el mapa del GPS atiende a la compatibilidad de las características del terreno con los atributos del pokemon en cuestión, es decir, cada una de estas criaturas tiene su hábitat. Pero, por si el nivel de ciberconspiranoia actual no fuese suficiente, queda hacerse la pregunta de hasta qué punto pueden influir este tipo de juegos en la conducta de una sociedad en la que el número de personas que no alcanzan a discernir la realidad de la ficción es suficientemente elevado como para que no afecte al resto.

¿Aparecerán nuevos Pokemon que solo se encuentren en centros comerciales, en los estantes con productos a punto de caducar, en el foso de los leones, en los McDonald's? ¿Habrá sobrepoblación de seres virtuales que nos distraigan los días en lo que se programen grandes manifestaciones, en las semanas sin fútbol en las que se desaten grandes escándalos? Lo que sí es seguro es que habrá otra razón por la que salir a la calle.

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