Opinión

Y el Sol girando alrededor de la Tierra

UN AUTOBÚS naranja chillón con las siluetas de un niño sin pene y una niña con la cabeza atravesada por dos coletas en forma de crucifijo que recorría las calles de Madrid bajo el lema "Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si naces mujer, seguirás siéndolo" ha sido inmovilizado por orden de un juez por incitación al odio contra las personas transexuales. El vehículo, serigrafiado por encargo de la plataforma ultracatólica Hazte Oír, tenía por objeto dar a conocer una realidad social basándose, según este colectivo, en hechos y pruebas científicas. Las mismas pruebas que demuestran que Jesucristo resucitó a los tres días y una señora virgen llevó un embarazo a término después de que se le apareciese el Espíritu Santo. Sin epidural ni burundanga.

La plataforma, que fue declarada de interés de público en el año 2013 por el mismo ministro que condecoró a una virgen, lleva tiempo luchando para conseguir proteger a nuestra infancia de todos aquellos peligros que la acechan y podrían corromperla. ¿La pobreza? ¿Los malos tratos? ¿La pedofilia eclesiástica, quizá? No. Los peligros de verdad. Los que los confunden y les crean traumas como las parejas del mismo sexo dándose besos por ahí, y las niñas con pene y los niños con vagina. El anticristo. Y aunque en Hazte Oír están convencidos de que estos mensajes son necesarios y positivos para el bienestar infantil, yo abogo porque empiecen a acotar también unos criterios estéticos mínimos universales para todos los genitales del mundo. Que no nos den gato por liebre. Yo misma he visto penes que podrían parecer clítoris animados, del mismo modo que algunos labios vaginales pueden confundirse fácilmente con testículos si acabas de salir de una clase de spinning y además tienes cándidas. Tengo una amiga que una noche se puso dos tampax juntos y al día siguiente creyó que le había salido un pene en donde cristianamente debería introducírsele uno. Aunque a ella le cabían dos.

El autobús de Hazte Oír no es más que una burla hortera y desfasada a la propia inteligencia de los que están detrás de semejante invento, que siguen convencidos de que el Sol da vueltas alrededor de la Tierra porque lo ven aparecer y ponerse cada día en su horizonte. Los trans son sus nuevos herejes. El autobús, la hoguera.

En una sociedad en que el bullying escolar se ha convertido en un auténtico problema para la seguridad infantil, el 82% de los transexuales de España reconocen haber sufrido alguna agresión en su vida. La diversidad de género no es una enfermedad y mucho menos una desviación, y por eso cualquier ideología que contribuya a fomentar el odio y el rechazo a las personas en función de lo que llevan entre las piernas y lo que hacen con ello debería, como mínimo, estar fuera del currículum académico en las escuelas públicas.

El 25 por ciento de los jóvenes transexuales han intentado suicidarse y el 50 lo han considerado seriamente. El bullying no se acaba en el colegio. Aunque cada vez las familias están más informadas y formadas (gracias a asociaciones como ARELAS, que asesora a familias de menores trans), muchos siguen recibiendo amenazas en las redes sociales, son humillados y pegados en lugares públicos y pasan por duros procesos médicos y burocráticos de reasignación sexual.

La ideología del binarismo sexual y un rancio machismo se esconden detrás de todo esto cuando alguien decide hacer con su coño (o su polla) lo que quiere en pro de su felicidad. Hay personas con enfermedades o cirugías que han perdido todo o parte de sus órganos genitales. A nadie se le ocurriría negarles la identidad. La reducción del género a unos órganos genitales es propia de sociedades atrasadas, ignorantes y opresoras. Adoctrinar en el odio a lo diferente es la base de todas las violencias. Seguramente hay muchos traumas y complejos escondidos detrás de aquellos que pretenden clasificar la identidad ajena como válida o no válida. No obstante, un buen ataque de cándidas quita casi todas las preocupaciones.

El activista trans Ivan Coyote declaró que «hay varias cosas que todos necesitamos. Necesitamos respirar aire. Necesitamos beber agua limpia. Necesitamos comer, cobijo y amor. Y también necesitamos un lugar seguro donde hacer pis». Ahora imaginen no tener un lugar seguro donde hacer pis. Al joven Alan, de 17 años, se lo negaron. Él se suicidó en la Nochebuena de 2015, veinte días después de convertirse en el primer menor transexual de Cataluña. Sus compañeros de instituto querían que el Sol siguiese girando alrededor de la Tierra. Así se lo habían enseñado.

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