Opinión

Hembra Humana

ACABO DE salir de depilarme. Con cera al baño maría en ingles y la bio, y bandas de cera fría en ambas piernas. Conviene explicar a los profanos en la materia que mientras la primera opción te quema viva, la segunda solo te arranca capas superficiales —e innecesarias—  de la epidermis. Y aunque yo soy de las que se depila estrictamente cuando se me va a ver, puedo llevar mi vello alegremente crecido los largos meses de invierno (no por feminismo, sino por vagancia), y mi masoquismo con la cera es casi una cuestión romántica. En una ocasión en que tenía que hacerme una prueba médica en mi tobillo malo, me rasuré exactamente el espacio que queda entre el pie y la holgura máxima del pantalón subido, para poder hacerme la cera los siguientes días. El auxiliar que me dio un camisón minifaldero cuando llegué al hospital y me obligó a tumbarme en aquella camilla debe estar riéndose a día de hoy.

Ahora que mola rebelarse, lo mío con la cera es también un acto rebeldía, de resistencia contra la depilación defi nitiva. Contra todas las esteticistas que cada vez que me voy a hacer la cera se esfuerzan en convencerme de las bondades del láser mientras me dan muchos folletos que informan de la comodidad de los pagos a plazos. Esta gente no se da cuenta de que está cavando su propia tumba. Cuando todo el planeta se haya depilado con láser ellas no tendrán trabajo. Por no hablar de todas las esteticistas que intentan sobrevivir depilando solo con cera, condenadas a convertirse en los nuevos afiladores. Tendré que acabar depilándome en los chiringuitos de las ferias.

Depilarse definitivamente es una cuestión importante en la vida de una mujer que requiere de cierta investigación previa y perspectiva de futuro. Nunca he acabado de ver cien por cien seguro lo de la fotodepilación y estoy convencida de que la revolución feminista acabará instaurando las piernas peludas y el bigotillo frondoso. Quizá Beyoncé aparezca con sus bodies atrapados en una maraña de pelos públicos (Jemima Kirke ya luce orgullosa los pelos de las axilas en casi todas sus fotos) y vosotras, las del láser, a las que nunca pilla despistadas un polvo ni una cita médica, os rasuraréis hasta haceros fuego.


Mi vecino de arriba y su novio de 18 años me hacen la vida imposible


El otro día fui a hacerme una limpieza de cutis. La señora que me la hizo me dio muchas muestras de muchos productos que me hacían falta por todos los defectos de mi piel: seca a la vez que grasa en la zona T, con poca luz, manchas, falta de nutrición y un serio déficit de agua que conviene beberse en forma de bote a cincuenta euros los 100 miligramos.

También me salieron varias canas y estoy pensando en teñirme. Todavía no se lo dije a la peluquera porque estoy segura de que mi pelo tiene déficit de cosas que hay que pagar. Además ahora se lleva el pelo cano, especialmente cuando se nota que es de mentira.

Tengo cándidas y ahora que por fin estoy depilada tengo que renunciar a las braguitas de encaje. El algodón es lo más conveniente para que los hongos no se reproduzcan. El ginecólogo me ha dicho que me falta algo en la flora y me ha dado actimeles vaginales. Danone tiene un nicho de mercado en mi coño.

Llegué a casa y me encontré el cubo de la fregona lleno de agua sucia guardado dentro del mueble del pasillo y unas tazas supuestamente lavadas en las que te podías tomar un segundo Cola Cao con los grumitos del primero. Grité y me dijeron que me faltaba consideración, paciencia y empatía. Voy a ver si lo venden.


Quizá Beyonce aparezca con sus bodies atrapados en una maraña de pelos públicos

Mi vecino de arriba y su novio de 18 años me hacen la vida imposible y dejan siempre la segunda puerta de la calle abierta. Mi casa es un primer piso y las puertas se abren con mirarlas. Un día subí a decirles que la cerrasen de una vez y el adolescente empezó a llamarme "chica" con desdén mientras me daba órdenes entre varios montones de bolsas de basura que componen la entrada de su casa. "Chica ponte tranquila", "chica no es plan", "chica haré lo que quiera", hasta que llegó mi pareja que tiene polla y entonces, prometió cerrarla. Lo hicieron cuatro días y cada vez que saben que estoy yo sola en casa me la dejan abierta. La chica va a subir con sus ingles al baño maría, sus cándidas, sus bragas de algodón feas y su síndrome premenstrual a arrastrarlo por cada uno de los peldaños en donde cultivan mierda, hasta que cierre la maldita puerta de la entrada mientras le vacío el cubo de agua sucia de la fregona encima de su precioso tupé sin canas. 


Qué difícil es ser hembra humana.

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