Opinión

Diputada "galega falante" en ocasiones institucionales

Esta mañana, sobre las seis y media, me ha despertado a golpe de teléfono una buena amiga. Conocedora de las costumbres del arriba firmante aprovechó para desahogar su noche de insomnio al recordarme que he sido el único de sus conocidos, y no conocidos, que no la felicitó por alcanzar el estatus de diputada a Cortes. Me justifiqué con un dolor de cabeza inoportuno que me llevó muy pronto para cama. De todas maneras —le dije— sabía perfectamente que ella tendría su asiento en la Carrera de San Jerónimo. A lo que contestó que no le enviara flores. "Sabes que no las resisto. Acepto una comida en el restaurante que decidas". 

El Partido le reclama en Madrid y antes de entrar en la reunión quería saber qué va a pasar a partir de ahora con su vida. De temperamento fuerte y con principios claros le surge la duda, más que razonable, de si su partido sostiene algún asunto en un debate parlamentario una postura diferente a la que ella defiende, qué debe hacer. ¿Votar con el partido, que para eso la metió en las listas y, por lo tanto, se lo debe? O, ¿en todo caso hacerlo en conciencia conforme a su libre entender y razón? Evidentemente, no ganó el escaño con Unidas Podemos porque si así fuese este asunto estaría resuelto: permite votar en libertad a sus parlamentarios. Las otras formaciones sancionan con una multa a los rebeldes que no acatan la disciplina de voto. Pero, la postura del partido se dirime en las reuniones del Grupo Parlamentario y es ahí donde se fijan las decisiones que se tramitan después en el Congreso. 

La nueva diputada ha sido un fichaje estrella y no tiene experiencia política previa, pero si mantiene, opiniones propias en asuntos de conciencia que, a veces, van en contra de la postura de quien la fichó. La Constitución española le permite votar posiciones distintas a las de su partido refrendados por su artículo 67 al reflejar que "los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo" y el 79 expone que el voto de senadores y diputados es "personal e indelegable". Lo mismo ocurre en las constituciones francesa y alemana. Todavía está presente la sanción del PP a Celia Villalobos, hoy retirada del hemiciclo, por romper la disciplina de voto en el aborto y el matrimonio homosexual, pero en España, realmente los señores y señoras parlamentarias son muy disciplinados a la hora de atender la posición de su partido. Conocen muy bien a quien se deben por lo que la disidencia interna está muy controlada y quien opina en contra del aparato tiene sus días contados en la estructura. 

Mi amiga está feliz e ilusionada. El debate sobre el Ave ya está finiquitado por lo que su formación, en claro ascenso, no sacará el asunto. En cuanto al idioma se confiesa "galega falante" en ocasiones institucionales porque en casa son de castellano de toda la vida. Será un almuerzo divertido.

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