Opinión

Hegemonía e impunidad

Está diagnosticado que la izquierda no suele padecer esa enfermedad crónica de la derecha española por la que que, cuando los resultados electorales le son adversos, siempre se las apaña para poner en cuestión su legitimidad. El PP ha ganado con holgura las elecciones autonómicas y ese es un resultado inapelable, guste o contraríe.

La hegemonía que ha ganado el PP gallego durante sus décadas de poder autonómico es incuestionable. Pero su mal es la impunidad. Esto es, creerse liberado de las exigencias democráticas que deben comprometer por igual a todos los actores políticos.

El abusivo intervencionismo del poder político en la televisión pública de Galicia no es ya un síntoma sino la más palmaria consecuencia de ese modo de ejercer el poder desde la impunidad. El señor Feijóo haría bien en considerar que el férreo control partidista que está ejerciendo sobre un medio publico ha adquirido tales proporciones que difícilmente dejará de acompañarle como una marca propia y ciertamente no ejemplar.

Otro síntoma inequívoco de impunidad se deriva de la repetida falta de respeto al adversario. Pasadas las elecciones, jerarcas del PP lucense han tenido injustificables reproches para los alcaldes socialistas y nacionalistas de A Mariña que durante el rebrote del virus en la comarca exigieron al presidente de la Xunta medidas, medios y transparencia. Esto es, lo mismo que Feijóo reclamaba al presidente Sánchez durante la etapa del mando único y que entonces los hoy francotiradores populares presentaban como una prueba de su infalible hacer patriótico.

Y lo mismo a propósito de guardar la mínima coherencia. Por ejemplo, sobre Alcoa, donde el PP gallego sumido en las simas del silencio durante los años de su Gobierno, se limita a remar a contrario del actual (!!los fervorosos liberales por la expropiación!!); eso sí, sin una palabra de exigencia para una multinacional que se quiere desentender de sus responsabilidades tras recibir cientos de millones de euros en recursos públicos.

Se puede ver entonces que la impunidad es el mal y la desfachatez su más frecuente atributo.

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