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Entre el zulo y el 'poleiro'

"PÍDOLLE QUE non máis funcionarios ó zulo". La frase del popular Juan Carlos Armesto, pronunciada solo unos minutos antes de que el breve gobierno provincial del que fue portavoz fuera desalojado del poder, provocó más de un carraspeo en el salón de San Marcos. Sonaba a chiste después de tres meses en los que parte -no todo- del gobierno de Elena Candia no hizo otra cosa que arrinconar a unos trabajadores y aupar a otros. Nada nuevo, por otra parte. Es lo que sucede en la mayoría de las administraciones públicas cada vez que cambia el color del gobierno. El socialista José Ramón Gómez Besteiro hizo exactamente lo mismo cuando llegó a la presidencia de la institución. La práctica no debería tener razón de ser si las instituciones públicas estuvieran integradas siempre por los trabajadores más idóneos y no por los más afines o los mejor apadrinados, pero como es evidente que no siempre es así, puede que a veces algún desplazamiento esté justificado. No es, sin embargo, esta la motivación la mayoría de las veces, sino más bien la desconfianza, que en este caso pudo estar acentuada por otros factores.

El estatus político de Elena Candia subió varios escalafones en los últimos meses, por mucho que ayer fuera despojada de la presidencia de la institución, pero no hace tanto que su situación era bastante más vulnerable. Cuando el PP la puso al frente del grupo provincial, su experiencia no era mucha y el apoyo que tuvo de muchos de sus compañeros -de grupo y de partido- tampoco, de forma que desde el principio se movió en el terreno de la desconfianza. Eso, unido a la forma imprevista en que llegó a la presidencia y el férreo control de la Diputación que Besteiro y su gente mantenían desde hace años le hizo volverse todavía más suspicaz. Obsesionada por el temor a que personal de Besteiro retirase documentos, alguien dio orden a los bedeles de que no lo permitieran, hasta el punto de que algún trabajador tuvo que mostrar el contenido de los dossieres que se llevaba a su nueva oficina. Otro ejemplo: durante los primeros días de gobierno, algunas tardes para entrar en la Diputación los ciudadanos no solo tenían que identificarse, sino explicar a quién iban a visitar y con qué motivo.

PERSONAL. El desplazamiento de trabajadores próximos a Besteiro tampoco se hizo esperar. Tres de los cuatro funcionarios de Presidencia fueron enviados al ya popular ‘poleiro’ -un espacio bajo cubierta que había sido acondicionado en los tiempos de Besteiro y donde estaban las áreas de fondos europeos y nuevas tecnologías- y el cuarto, un funcionario con décadas de antigüedad, a compartir un minúsculo despacho con otro trabajador del área de Comunicación. Al ‘poleiro’ fueron enviados también los doce trabajadores que gestionan el programa Ben Empregado, así como la responsable de Comunicación e TICs. En esta área permanecieron dos funcionarias, pero sin apenas encomiendas, al igual que un becario de comunicación ubicado en otro despacho -hasta que fue desalojado- que fue llamado a Presidencia para dar cuenta de cuál era su labor. También el secretario de la institución pasó a un segundo plano ya que, como es sabido, Candia fichó a otro técnico. Era el secretario de Outeiro de Rei y, como el anterior, metió al gobierno en algún apuro. Y eso que la casa no debería de serle ajena porque en ella trabaja desde hace décadas -ya a las órdenes de Cacharro- un familiar directo.

A la vez que algunos trabajadores eran desplazados, otros eran aupados, dicen que, en algunos casos, a su pesar. Sabiendo que, antes o después, el gobierno volvería a manos del PSOE y el BNG, a muchos funcionarios no les hacía ni pizca de gracia colaborar con el PP. De hecho, Candia hizo un equipo bastante reducido en el que varios de los integrantes eran personas muy significadas con el partido. Alguna ya parece tener muy asumido el ostracismo -puede que hasta físico- que le espera durante los próximos años. Se dio algún caso curioso, como el de un funcionario que fue requerido para el área de Protocolo -donde otro fue relegado- sin saber Candia que antes estuvo en un departamento gestionado por el BNG.

Pero no todo fue hacer y deshacer por parte del gobierno popular, porque este también se encontró de todo. El PP asegura que hubo episodios muy graves, como insultos y amenazas veladas a funcionarios, supuestamente porque colaboraban demasiado con el nuevo gobierno, a juicio de los socialistas, así como todo tipo de torpedeo, más o menos sutil. Desde funcionarios a los que cualquier encomienda les costaba un mundo o que alegaban desconocimiento a correos electrónicos que dejaron de funcionar (a la Diputación no llegaban ciertas comunicaciones) o que desaparecieron. Es significativo, por ejemplo, que las convocatorias del gobierno provincial a los medios de comunicación empezaron a llegar desde una cuenta de Gmail. Y hasta simpático, sino fuera por lo que implica, que en las fotos que hacía la Fundación TIC de los actos del gobierno para enviar después a los medios, los diputados con frecuencia salieran mal. Y no es que no se gustaran, es que a menudo había caras borrosas, aseguran.

TELÉFONOS. Algún diputado tuvo problemas hasta con el teléfono móvil y la agenda de actos. Su equipo metía los actos en el día correspondiente y, sistemáticamente, al diputado le salían en el teléfono al día siguiente. En tres meses no consiguió una solución y acabó devolviendo el aparato.

En algunas áreas, los diputados tuvieron dificultades para dotarse de personal de apoyo y lo que encontraron fue tierra quemada. No había agendas, ni relación de usuarios y ni siquiera las cartas con el encabezamiento tipo que se envían continuamente a los concellos. Hay que decir, para descargo del bipartito, que el PP no actuó ahora de forma muy diferente, al menos en algunos departamentos, donde PSOE y BNG se van a encontrar exactamente lo mismo. Es decir, nada. Aunque habrá una diferencia. Por primera vez, un diputado de gobierno saliente ha hecho algo así como un traspaso de poderes. En el registro de la Diputación entró ayer una encomienda de la ya exdiputada de bienestar, Mari Teijeiro, al próximo titular de esa área, donde figura el trabajo hecho, los compromisos adquiridos y la previsión que había para los presupuestos.

Para ser justos hay que decir que el gobierno del PP no solo encontró funcionarios reacios, también trabajadores muy profesionales. Y no siempre por afinidad ideológica, ya que hubo sorpresas agradables donde menos lo esperaba. Varios diputados quedaron muy satisfechos con la labor realizada por un jefe de servicio que es concejal del BNG en un Ayuntamiento de la provincia, por poner un ejemplo.

Es innegable, sin embargo, que el corto paso del PP por el gobierno provincial ha tenido muchas consecuencias y que el proceder de unos y otros ha provocado heridas que van a necesitar tiempo para curar.

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