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La perversión del empleo público

A PROBAR una oposición y conseguir un puesto de trabajo para toda la vida, sin necesidad de volver a demostrar aptitudes ni actitudes nunca más, así pasen décadas, es el sueño de cualquiera y probablemente la parte más injusta de la función pública. Y en la función pública de este país hay unos cuantos aspectos injustos. Es aún más inaceptable cuando se accede a un empleo público por algo más que méritos. Lo es, en primer lugar, para quienes entran sin ayuda, que por supuesto los hay. Pero prueben a ojear el listado de trabajadores del Concello de Lugo. Que haya auténticas sagas no parece casual. Revisen las colas de despedida que esta semana hubo al expresidente de la Diputación, Francisco Cacharro. Se palpaban muchos sentimientos, y agradecimiento era uno de ellos. Pero no hace falta ir tan atrás. Hace unas semanas saltó la polémica por cómo se cubrieron en los últimos años algunas plazas en la escuela de piragüismo de la Diputación, que gestiona el área nacionalista. Una de ellas la ocupó el actual candidato del BNG a la alcaldía de Lugo desde 2013, cuando ya era responsable comarcal de Galiza Nova y miembro de la dirección nacional de la formación juvenil, hasta que hace unos meses fue nombrado alcaldable.

La plaza fue convocada «por vía de urxencia e necesidades do servizo». Se publicó el 12 de noviembre de 2012 bajo la denominación de coordinador de actividades y con un plazo de cinco días para solicitarla, pero fue recurrida por el Colegio Oficial de Licenciados en Educación Física alegando que los requisitos de titulación establecidos en las bases no se ajustaban a la plaza. Se volvió a convocar el 31 de diciembre de 2012, un día en el que, como todo el mundo sabe, la principal ocupación de los mortales es leer el Boletín Oficial de la Provincia. Y otra vez con un plazo de cinco días naturales para inscribirse y sin ningún cambio en las bases. Solo se modificó la categoría, que pasó a ser operario de mantenimiento. La Diputación aún no ha respondido cuántas personas se inscribieron en ese proceso selectivo, que ganó el hoy alcaldable. Antes, el joven ya había trabajado en la Fundación Balogal, impulsada por el BNG, con críticas del PP.

Da la impresión de que, en ocasiones, los gobernantes subestiman la inteligencia de los ciudadanos

Tras su renuncia al puesto en piragüismo al ser designado candidato, la plaza se volvió a convocar «por vía de urxencia e necesidades do servizo». ¿Y quián la ganó? La persona que previamente había ‘heredado’ la dirección de Galiza Nova. La retribución de este puesto en la escuela de piragüismo no hará rico a nadie y su duración es temporal, pero cuántos parados lucenses ‘pagarían’ por cobrar mil euros al mes un año.

Lo sucedido colmó el aguante de veteranos e incondicionales nacionalistas y provocó un fuego que obligó a intervenir a la dirección del BNG. Tras un reconocimiento de errores interno y probablemente más fingido que real, la formación cerró filas, como era previsible. Pero esta semana cabe recordar este episodio porque el BNG no se ha cansado de criticar la actuación de su socio de gobierno y del PP ante la muerte de Cacharro, por los «métodos caciquís» con los que gobernó la Diputación 24 años, dice. El BNG afirma que, «por coherencia política co que sempre defendeu», no apoyará la concesión de las medallas de oro de la ciudad y de la provincia al político si estas llegan a plantearse, como pide el PP. La pena es que la coherencia solo se use cuando conviene.

Los métodos de contratación en las administraciones públicas se han refinado y revestido de legalidad, pero da la impresión de que a veces quienes las gobiernan subestiman la inteligencia de los ciudadanos. La Diputación tiene en marcha en este momento un plan de empleo mediante el cual costeará íntegramente (salarios y cotizaciones) los contratos de 248 personas durante un año en empresas y asociaciones de la provincia. En una primera fase, porque está prevista la convocatoria de otra en las próximas semanas. Que en la provincia se necesita empleo nadie lo discute, y que a muchas empresas con necesidad de contratar le resulta muy difícil, tampoco. Pero a nadie se le escapa que el plan se ha dejado justo para antes de las elecciones. Y llama poderosamente la atención que la convocatoria y la selección de personal las haga la institución provincial, en vez de las empresas. El Concello de Lugo utilizó un sistema similar en los últimos años para poder hacer obras y fomentar el empleo, debido a las limitaciones de contratación impuestas por el Gobierno central, pero lo que hizo fue sacar a concurso paquetes de obras y adjudicarlas con la condición de que las empresas contrataran a gente para ellas, manteniendo el empleo que ya tenían, claro. Tampoco este sistema es ninguna garantía, pero al menos aparenta más transparencia e igualdad.

La convocatoria de la Diputación generó expectativas en muchos parados -en unos 3.000, exactamente-, pero también ha provocado ya frustración. ¡Y la que queda! Una persona interesada en una de esas plazas me contaba hace unos días que se dirigió al empresario para tratar de saber si ya había pensado en alguien --que nadie se engañe, en este país, el trabajo se consigue así- y no solo confirmó su temor sino que el contratante le acabó admitiendo que los requisitos del puesto de trabajo que trasladó a la Diputación para su difusión ya iban ajustados a quien quería emplear. Es legítimo y seguramente lógico, y alguien se va a beneficiar de ese empleo, pero no quita que cientos de candidatos se lleven un chasco.

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