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El primer asalto del gobierno

PUEDE QUE el gobierno local esté trabajando duramente -«estamos niso», decía Orozco, que acabó haciendo célebre la frase- y en breve haga saber a la oposición, con la que necesariamente tiene que contar, y a la ciudadanía, a la que se debe, cuáles van a ser las líneas generales del presupuesto municipal y qué va a pasar con los impuestos, tasas y precios públicos municipales. Sin embargo, el tiempo se le echa encima y da la impresión de que todavía no está metido en harina. Cuadrar todos esos números necesita de un trabajo del que no hay indicios. Se necesita mucha coordinación entre los miembros del gobierno para priorizar gasto y decidir sobre asuntos tan trascendentales como el modo en que se van a gestionar algunos servicios (grúa, agua, Ora...) o cómo se va a afrontar el problema competencial en el ámbito de los servicios sociales y la asistencia a niños de 0 a 3 años. A partir del 1 de enero, y salvo que la Xunta decida lo contrario, los ayuntamientos no van a poder ofrecer estos servicios. Se necesita también mucho trabajo funcionarial -son imprescindibles informes, como el de techo de gasto, estabilidad y déficit- y, en este caso, también mucho trabajo político. La minoría del gobierno de Lara Méndez es muy minoría. Y aún lo será más en el pleno ordinario de finales de este mes, en el que está previsto que presente su renuncia el concejal Juan Carlos González Santín. Su sustituta será Rosana Rielo, que no tomará posesión hasta la siguiente sesión, tal como contempla la normativa.

Pero incluso con los ocho concejales de gobierno, Méndez necesita a la oposición y a esta no ha llegado todavía ninguna propuesta, ni de ordenanzas ni de presupuesto. Para cumplir plazos, lo conveniente es que las ordenanzas fueran a este próximo pleno, ya que después hay que exponerlas al público para alegaciones y ratificarlas. La aprobación definitiva puede hacerse en el pleno de presupuesto, que lógicamente tiene que ser antes del 1 de enero. De lo contrario, el documento económico se prorroga automáticamente, pero no de forma íntegra. El gobierno tendría que llevar al pleno todas y cada una de las inversiones o gastos que quisiera o tuviera que hacer, salvo excepciones, como el pago de nóminas. Es lo que hizo Orozco el año pasado, cuando, al segundo intento, pactó un paquete de inversiones con el PP. Fue casi a mediados de año y algunas obras aún se están contratando ahora.

Pleno: Ace mete al anterior y al actual gobierno en el saco de la "corrupcion" y en las filas socialistas nadie se inmuta

La prórroga de un presupuesto no parece, sin embargo, la mejor manera de iniciar un mandato. Y tampoco cuenta Méndez con la baza que usó su antecesor el último año. Como en 2014 el Concello ya trabajaba con presupuesto prorrogado, el de 2015 fue aprobado en junta de gobierno, una posibilidad que, paradójicamente, le dio el PP en la última reforma de la ley del sector público local.

Con este escenario, al equipo de Méndez no le queda más remedio que acelerar y buscar apoyos en la oposición. Las intervenciones de algunos portavoces en el pleno de esta semana podrían hacer pensar que hay algún acercamiento, pero parecen más espejismos que otra cosa.

El nacionalista Rubén Arroxo no tuvo empacho en echar flores a los concejales de medio rural y deportes, pero de ahí a que el BNG vote a favor de las ordenanzas y el presupuesto hay un mundo. Para empezar, porque, al igual que el resto de la oposición, aún no conocen las propuestas del gobierno y no ha recibido contestación a las que han hecho ellos (con muy poca concreción, hay que decir) en materia fiscal. Y porque la reserva hacia el PSOE, que ya en junio le hizo optar por no entrar en el gobierno, ha aumentado. Como al resto de la oposición, al BNG no le hizo ninguna gracia que Méndez empezara el mandato pactando con el PP el gasto de la corporación y otras cuestiones relacionadas con la organización del pleno.

Tampoco con Lugonovo parecen estar mejor las cosas. El gobierno tiene interés en saber cuál es el planteamiento de la formación para el presupuesto, pero no ha habido más que un intercambio de impresiones que está muy lejos de lo que Lugonovo quiere, que es abordar el asunto en profundidad y con la máxima transparencia y participación. Además de que, como es obvio, sea un proyecto económico que prime las políticas de bienestar y de generación de empleo. La formación también cree que hay mucho margen de mejora en las ordenanzas fiscales -aunque en algunos impuestos, como el Ibi, no tanto como imaginaba y como predican con desconocimiento algunos colectivos-, pero ve difícil que este año se puedan revisar en la medida en que lo necesitarían. No hay tiempo, dice.

Con Ciudadanos es difícil saber lo que ocurrirá, porque sigue sin mojarse en muchos temas y le cuesta ir al fondo. El PP no parece probable que vaya a echar el flotador a Méndez en un asunto de este calibre a la primera de cambio -una cosa es pactar sueldos y otra darle armas al gobierno- y con Ace, Méndez lo tiene crudo. A su gobierno y al antecesor, el concejal Carlos Portomeñe los mete en el mismo saco. Les llama a la cara «goberno da corrupción» -ya ha sucedido en varios plenos-, sin que en las filas socialistas nadie se inmute. No hay un solo amago de protesta contra semejante acusación, para pasmo del público. Da la sensación de gobierno avasallado, cuando debería estar preparándose para dar el primer gran asalto.

Artículo publicado en la edición impresa de El Progreso del domingo 18 de octubre.

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