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El dilema de elegir colegio

NO ES QUE no tenga marcha atrás, pero elegir colegio seguramente es una de las decisiones más importantes a las que se enfrentan unos padres. Es el lugar donde el hijo va a pasar buena parte del día, donde va a tejer su primera red social, el lugar que en buena medida va a sentar las bases de su educación, intelectual y ética. Es, además, el lugar al que la familia va a tener que desplazarse al menos dos veces al día durante muchos meses y durante muchos años. Como mínimo, hasta que el hijo sea autónomo para ir y venir solo. O, más bien habría que decir, hasta que los padres consideren que es autónomo. El reducido número de nacimientos ha convertido a los niños en seres casi intocables y a menudo sobreprotegidos.

Varias decenas de niños no podrán ir al centro elegido por sus padres, mientras que en otros hay plazas vacantes

El debate sobre los colegios salta cada año por estas fechas, cuando la Xunta abre el periodo de solicitud de plaza para los niños que inician la etapa escolar y muchas familias no la consiguen en el colegio que desean mientras que en otros centros quedan plazas vacantes. Seguramente como en otras ciudades, en Lugo sigue habiendo colegios estigmatizados y colegios ‘de primera’. A veces con razón y otras veces sin ella. Es cierto que hay colegios con mejores instalaciones que otros, los horarios a veces también marcan alguna diferencia y no se puede olvidar que los centros concertados son al fin y al cabo ‘empresas’. Del servicio que ofrezcan va a depender en buena parte la demanda que tengan, al margen de que el personal no tiene el puesto asegurado como lo tiene un profesor de la enseñanza pública, recortes aparte. Por eso hay aspectos que a veces hacen inclinar la balanza hacia estos centros. No hay que olvidar que los niños inician el colegio a una edad tempranísima y el primer año es casi más un curso de guardería que otra cosa. Hay niños que dejan el pañal para empezar a ir a la escuela y padres que no pueden permitirse salir del trabajo para ir a cambiar al niño si este no llega a tiempo al váter, por poner un ejemplo. O niños que todavía no son capaces de hacer la jornada sin una pequeña siesta. Algunos colegios la facilitan, con colchonetas y mantita.

Es difícil tomar la decisión de hacer más colegios cuando el curso pasado sobraron cien plazas. Este año hay 60 niños más

Y hay otra circunstancia a la que, si cabe, algunos padres dan aún más importancia. La realidad es que el porcentaje de niños inmigrantes o de etnia gitana en los colegios concertados suele ser menor o inexistente. Hay familias que entienden que la diversidad enriquece, pero también hay quien piensa que con recursos generalmente limitados, la atención a esa diversidad supone dificultad para avanzar. Al margen de otros prejuicios, que también los hay.

La razón de que esa heterogeneidad no exista en los centros concertados no es única. Para empezar, la mayoría están en zonas con poca vivienda libre y con vivienda cara, a la que esas poblaciones no tienen acceso. Además, los servicios complementarios (comedor, actividades extraescolares...) suelen ser más caros y algunos de estos centros tienen otras ‘exigencias’ que también van al bolsillo, como uniforme y aportaciones voluntarias para gastos de funcionamiento.

Sin embargo, se está produciendo un cambio de tendencia y la mayor demanda se está trasladando a colegios públicos. En los tres concertados del noroeste de la ciudad (Divino Maestro, Divina Pastora y Cervantes) la demanda casi igualó a la oferta, mientras que en los dos públicos se han quedado muchos niños fuera. Hasta el punto de que en Casás la Xunta va a habilitar otra unidad. Hace años, era en este centro donde recalaban muchos de los niños que no entraban en alguno de esos concertados. En el Menéndez Pelayo hay once niños sin plaza.

En Lugo sigue habiendo colegios estigmatizados y colegios ‘de primera’

Detrás de este cambio puede haber varias razones. El precio de la vivienda en esa zona ha bajado mucho desde el cierre del hospital Xeral y en el último año se ocuparon varios edificios nuevos, casi frente al colegio de Casás. El director del Menéndez Pelayo también observa que las familias valoran que los centros se hayan subido al carro de las nuevas tecnologías. Y, en el caso concreto de este colegio, muchos padres aprecian que el centro disponga de una zona de césped para el recreo. Aunque en un lugar como Lugo, las posibilidades de disfrutar del juego en la hierba son bastante limitadas.

Otro colegio del norte de la ciudad donde ha repuntado la demanda es Albeiros, un centro que hace años los padres tachaban. Aunque es en el sur donde más ruido están haciendo los padres. La ciudad creció mucho hacia ese lado y el número de colegios sigue siendo el mismo. Son centros que siempre tuvieron mucha demanda, sobre todo Rosalía de Castro, Anexa, Fingoi 2, María Auxiliadora (este concertado) y desde hace años también Illa Verde. La Xunta anunció una unidad más en As Mercedes, pero siguen quedando niños que no podrán estudiar en su zona. La desesperación de algunos padres es tal que hasta están dispuestos a que los grupos sean más grandes y así lo han solicitado a la Xunta de forma excepcional.

En Lugo la oferta de plazas es mayor a la demanda (el curso pasado sobraron casi 100, aunque este año hay 64 niños más), pero cerca de 50 niños no pudieron ir al centro que sus padres habían marcado como primera opción. Ante esta situación, no es fácil tomar la decisión de construir nuevos colegios en la ciudad. Solo hay uno planificado en el Sagrado Corazón, porque el existente tiene un gran déficit de infraestructuras y fecha de caducidad, ya que la cesión de Afundación termina en 2018. Y eso que cerca, en As Gándaras, hay espacio libre. Los otros centros con disponibilidad son A Ponte, Nadela y, sobre todo, Paradai, uno de esos colegios estigmatizados por el elevado número de población inmigrante. Este año también quedaron plazas libres en los concertados Maristas y A Milagrosa.

Otra cosa son las condiciones de los centros. Todos han ido renovándose y mejorando, pero el más moderno tiene 25 años. Es el Menéndez Pelayo.

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