Opinión

Amnesia

Existen libros que nos ayudan a ser mejores ciudadanos. Son aquellos que hablan de lo que ocurre en torno a nosotros y nos afecta de lleno, lo exponen con rigor y nos invita a reflexionar sobre ello y sacar nuestras conclusiones. ‘Los amnésicos’, escrito por la periodista Géraldine Schwarz es uno de ellos. La autora es hija de padre alemán y madre francesa y cuando fue descubriendo que sus abuelos habían colaborado en mayor o menor medida con el régimen nazi y el gobierno instalado en Vichy comienza a escribir este libro, que en español lleva el subtítulo de ‘Historia de una familia europea’. Para nombrar a los millones de europeos que tuvieron un comportamiento similar al de sus abuelos emplea el término alemán «Mitläufer»: los indiferentes, aquellos que se limitaron a mirar para otro lado ante los crímenes que por razones políticas o raciales se cometían ante sus ojos.

La autora quiso indagar en las razones de esa conducta, no con la intención señalar a víctimas y verdugos, sino para tratar de comprender por qué grandes capas de la sociedad en Alemania, Francia, Austria, Italia apoyaron en los años treinta y cuarenta del siglo pasado formas de gobierno criminales. Y la respuesta que da, referida a Alemania, es la siguiente: «Aunque el terror desempeñó un papel, la clave del éxito del Tercer Reich se basaba menos en la represión que en la adhesión del pueblo, conquistado con por su impresionante empresa de seducción». Esta política logró hipnotizar a muchos alemanes que acabaron adorando al Führer y se convirtieron en «Mitläufer»: ciudadanos indiferentes a lo que les estaba ocurriendo a sus vecinos. 

«La historia no se repite, pero los mecanismos sociopsicológicos siguen siendo los mismos, que en un contexto de crisis nos empujan a convertirnos en cómplices irracionales de doctrinas criminales»

Géraldine Schwarz resalta en su libro esta terrible antítesis: mientras muchos alemanes participaban en la apoteosis de Hitler y adquirían a bajo precio las propiedades de los judíos, había otros muchos ciudadanos que estaban siendo detenidos, asesinados o conducidos a un campo de concentración. Dice Jorge Semprún en ‘La escritura y la vida’ que cuando Buchenwald fue liberado en el mes de abril de 1945 y los habitantes de la ciudad de Weimar fueron invitados a ver las instalaciones del campo, muchos se negaban a ver lo que tenían ante sus ojos y a oír las palabras del oficial que les servía de guía, quien «recordaba a los civiles de Weimar que habían vivido, indiferentes o cómplices, durante más de siete años, bajo los humos del crematorio». Vivían en una de las cunas de la alta cultura alemana, la ciudad de Goethe, de Schiller, de Gropius, pero a pesar de ello se habían comportado como «Mitläufer».

En los capítulos centrales del libro la autora repasa lo difícil que fue gestionar ese «pasado sucio» en los países que habían tenido un régimen totalitario. La tesis fundamental del libro es que la calidad de la democracia actual en los países de la Unión Europea deriva directamente de ese «trabajo de memoria» sobre su pasado inmediato. Y según Géraldine Schwarz es Alemania el país que mejor ha culminado ese proceso: «Haber sacado de la reflexión sobre el pasado unos valores perennes que han forjado en los ciudadanos un espíritu crítico y un discernimiento moral indisociables de la de democracia alemana». En su opinión, en Francia ese «trabajo de memoria» no llegó a ser tan profundo como en Alemania. Y en Austria e Italia fue claramente insuficiente. Por su parte, el profesor José Álvarez Junco señala en el epílogo la dificultad que tenemos los españoles para asumir las luces y sombras de nuestro pasado reciente.

Justamente porque ese «pasado sucio» sigue pesando mucho, la autora no cree que una Europa sublime nos esté aguardando a la vuelta de dos o tres generaciones. Muy al contrario, constata con inquietud que los partidos no democráticos están creciendo en muchos países europeos en los últimos años. Incluso tienen responsabilidades de gobierno en alguno de ellos. Desde el poder se están impulsando en varios miembros de la Unión Europea políticas de amnesia colectiva sobre su pasado y rehabilitando a líderes que en su día colaboraron con el nazismo o militaron en las filas fascistas. Nada democráticamente saludable cabe esperar de esto como nos muestra, por ejemplo, la película ‘1945’ del director húngaro Ferenc Török. Escribe Géraldine Schwarz al final de su libro: «La historia no se repite, pero los mecanismos sociopsicológicos siguen siendo los mismos, que en un contexto de crisis nos empujan a convertirnos en cómplices irracionales de doctrinas criminales». Esto ocurre, afirma, «cuando triunfan los amnésicos».

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