Opinión

Inditex

SI LE pregunto por la plantilla del grupo líder textil en España y en el mundo, Inditex, me dirá usted -obviamente- que la gran mayoría son mujeres. Las cifras son aplastantes. De los más de 130.000 trabajadores del grupo, 105.000 son mujeres y trabajan en las miles de tiendas repartidas por el mundo.

Siempre se debe aplaudir a las compañías que apuestan por la fuerza de trabajo femenina, independientemente de las razones que la motiven. La incorporación de las mujeres de manera masiva al mercado laboral es el primer paso hacia un reconocimiento equitativo de las capacidades del llamado ‘sexo débil’. Una expresión que hoy por hoy no se utiliza verbalmente (sería políticamente incorrecto) pero que aún pulula en muchos sectores laborales.

Volvamos a Inditex. Decía que las cifras eran aplastantes: por tanto, enhorabuena. Ahora bien, igual de aplastantes pero en el sentido contrario son los datos que encontramos en los puestos directivos de la compañía coruñesa. En el consejo de administración la tortilla se da la vuelta y de sus 9 miembros solo hay dos consejeras. En el resto de los cargos directivos también la situación es la inversa a la plantilla, ellos son 16 y ellas 5.

Lo más probable es que no haya ningún motivo concreto que explique esta situación. Lo más razonable es pensar que la mujer ha llegado más tarde a la empresa en general y que por tanto aún le queda recorrido para alcanzar el puesto directivo.

Siempre se debe aplaudir a las compañías que apuestan por la fuerza de trabajo femenina, independientemente de las razones que la motiven

Ojalá sea esa la explicación. Eso querría decir que solo hace falta dejar pasar el tiempo para que las cosas se coloquen en su sitio natural y alcancemos la paridad. ¡Alabados sean los ingenuos!

Lo que sucede en Inditex no tiene nada de extraño con respecto a lo que podemos encontrar en empresas de todo el mundo: plantillas femeninas y directivas mayoritariamente masculinas. Esta no es, además, una realidad exclusiva de las compañías privadas.

Las universidades, la judicatura, las grandes instituciones del Estado... Mire a su alrededor y comprobará que sí, que las mujeres están de manera masiva en la economía pero el poder está mayoritariamente en manos masculinas, incluso ahí donde las plantillas son básicamente de mujeres. Todas las cifras indican que los países que avanzan en materia de acceso femenino a los puestos directivos son aquellos que optan por políticas de discriminación positiva.

Podemos optar, pues, por esperar que pase el tiempo y que las cosas se resuelvan solas. Seguramente nos hagamos viejos esperando.

Sigamos el ejemplo de escandinavos y franceses que han entendido que solo echando carbón la locomotora comienza a andar.

Presidenta de Executivas de Galicia.

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