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El Córdoba no tiene calvos

NO TENÍA fisuras mi plan, estaba trazado a la perfección desde hacía ya unas semanas: escoger al pelón del equipo rival y dedicarle dos mil caracteres diciendo que era un outsider con cara de mala uva y que pasaba de modas mientras escuchaba grupos de ska. Fenómeno. ¿Problema? El Córdoba no tiene calvos. Y claro, lo he descubierto irremediablemente tarde, mientras ojeaba sus caretos con el único fin de elegir mi objetivo. Lo pienso e imagino esas fotos de melenudos señalándome con el dedo mientras se ríen –merecidamente– de mí.

Pero no pasa nada, no hay problema. Una mente ágil como la mía soluciona los entuertos al instante, como el Señor Lobo. Y efectivamente, casi sin quererlo, un chispazo se me pasó por la mente e hizo que abriera los ojos de golpe mientras sacudía la cabeza de un lado a otro. El Córdoba no tiene calvos, pero coño, tiene gordos.

Los futbolistas con sobrepeso conforman otro grupo de outsiders en el mundo del fútbol digno de admiración. Estos grupos de encanto son los de los calvos, los gordos, los "querido compañero de equipo" y luego está José Juan, quien ostenta el cargo de máximo exponente de futbolistas extraordinarios, digno de la máxima admiración y del máximo respeto posibles.

Echo la vista atrás y se me vienen de golpe, sin pensar demasiado, gloriosos fanegas rojiblancos como Airam Cabrera con su hattrick al Xerez y su sonrisa de oreja a oreja, Jonatan Valle con su fatal sprint en Anduva y Fran Sandaza, con su... Bueno, Fran Sandaza. Gente maravillosa y campechana, outsiders XL del día a día, profesantes de la religión del bon vivant.

Luego, en el Córdoba, tenemos a José Antonio Reyes, zurda dorada sevillana, quien ya bajó siete kilos desde que aterrizó en la ciudad del Califato y aún se le ve rubenesco. Conviene respetarlo, pues aunque mis instintos más primarios me recomiendan que diga que está gordo como un sollo, a lo cordobés, no lo voy a hacer. A pesar de que fue el que dio el pase a Sergi Guardiola para certificar la victoria local en este encuentro ante el Lugo.

Que somos gente madura, hombre.

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