Opinión

Romerías mortuorias

PONEMOS A parir a gays y transexuales por bailar en tanga encima de un trole, maricas y locas que se perjudican a sí mismos con esa imagen. Incluso nos afanamos criticando un piercing o un tatú de un adolescente, te voy a regalar una libreta, Iria. Capaces de ver la paja en el ojo ajeno, hipócritas sin atenuantes vamos luego y nos metemos en un ataúd, incluso uno —o una— con paraguas, que manda carallo, un fiambre con paraguas en una procesión atávica e incalificable a féretro abierto. Y ello con el apoyo de la TVG que, inasequible al desaliento, no desaprovecha la oportunidad de "loubar" la "troula" de nuestro terruño, a ver si así, amnésicos sobrevenidos, dejamos de tocar los huevos con Navantia o el agua contaminada de Ferrol. "¡Viñeron os da televisión de Alemania a jrabarnos!", dijo un nota orgulloso de lo suyo, un copropietario del evento. Claro. A grabarnos y partirse el culo luego con nuestra incultura, imbécil. Y es que miren. Si a un ciudadano de Munich, pongo por caso, le da por meterse en un ataúd en una celebración religiosa, a sus compatriotas les faltaría tiempo para pensar de él que está como una puta cabra, que sufre una sobredosis de salchichas o que fumó chucrut. En mi consideración y sin perjuicio de cualquier otro dictamen mejor fundamentado, una romería de vivos dentro de ataúdes constituye un espectáculo no diré que hortera, que por supuesto que sí, sino directamente bochornoso. Tan bochornoso que compromete el buen nombre de Galicia porque, inevitablemente, van a juzgarnos a todos por una minoría. Ya mí, claro, que me borren. Si esto es galeguidade, estoy por ir pidiendo que me empadronen en Guinea Conakri. Invito a la directora xeral de turismo a sustituir la postal de la Cíes por una de un necrófilo de estos haciendo el parvo dentro del chaleco de pino. Y es que miren. Nada tiene que ver la creencia religiosa sincera, admirable por lo que de ejercicio bienintencionado de fe encierra, con una astracanada. The Guardian, ya saben, un periodicucho de por ahí arriba, algo así como la hoja parroquial del Reino Unido, la tituló "la romería más rara del mundo". Comprensivo The Guardian. Condescendiente aunque luego Sir James, tomando el té de las seis le diga a Lady Rossemary "vaya panda de cenutrios los tíos estos". Si yo fuese el presidente de la Comisión Europea les juro que llamaba a consultas a un representante del gobierno y lo ponía a pingar por no interdictar la puesta en ridículo de toda la comunidad conel festival mortuorio de marras, con esta Eurovisión de zombis paduanos a la procura de su minuto de gloria. ¿Que exagero? Pillen la hondura cultural del tema tomando una de las crónicas escritas (Reparen, de paso, en el estilismo trascendente del redactor): "La sentida romería iba acompañada por el fervoroso silencio de los creyentes, solo roto por la marcha procesional y las bombas de palenque". Me lo estoy imaginando: "ran, pataplán, ran, pataplán", chisss… ¡pum!. Guay. La banda de música soplando los pífanos precedida de las fuerzas vivas, los costaleros con las cajas a cuestas y un cojo, como el de Bienvenido Míster Marshall, cerrando la comitiva a duras penas. Un turista valenciano dijo "no tener palabras para describir lo que veía". Normal. Yo tampoco. Pero quizá, si las encontrara, diría que la patochada ésta es para correrlos a gorrazos. Y es que daría para un "Todos a la cárcel", quiero decir, para un "Todos al ataúd" si no fuera porque el guion parece escrito, en vez de por Berlanga y Azcona, por algún sepulturero paleto y oligofrénico. Pero aún faltaba lo mejor. La TVG le puso la alcachofa al párroco de allí y él, quejoso de que "todo esto lo tenía desbordado" (prepárese, padre, que para el año que viene le van la tómbola del perrito piloto y las churrerías de los Galianos) dijo, poco más o menos "que ya les había advertido a los fieles ofrecidos que si no rezaban mucho y no eran bueniños, que no valía de nada meterse en el cajón, que al infierno de cabeza". Con lo cual. Ya no sé si el misacantano intenta tomar por gilipollas a los fieles o si a estos les mola, en plan "masoca" y tal, que les den cera con su consentimiento. Cousas veredes. En fin. Estoy por jurar que a ingleses, alemanes y valencianos, viendo la procesión esta por la tele, se les quedó la misma cara de asombro, la "mismiña", que a Colón y a los Pinzones cuando, puesto el pie en la playa y recién descubierto el nuevo mundo, se le aparecieron los indios caribes con la argolla en la nariz y la polla y los melindres colgando. La "mismiña".

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