Opinión

Estado de sanchismo

Debate del estado de la coalición en la era fragmentada de los pactos impensables. El bipartidismo busca el reequilibrio democrático
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la segunda jornada del debate sobre el Estado de la Nación. MARISCAL (Efe)
photo_camera El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la segunda jornada del debate sobre el Estado de la Nación. MARISCAL (Efe)

ES LO QUE TIENE aplazar cinco años el debate sobre el estado de la nación...Que al final el debate no giró en torno al estado de la nación, sino que terminó siendo un debate sobre el estado de la coalición, es decir, sobre el estado del sanchismo podemita. Y como ha quedado demostrado, el estado del sanchismo es directamente proporcional al estado de la nación porque es el sanchismo la corriente que ejerce el poder de la nación.

Es decir, el estado del sanchismo y de la nación no goza de buena salud porque ha sido desbordado por su propia filosofía del engaño hasta quedar huérfano de credibilidad y enfermo de soberbia, propaganda y mentira. Este podría ser el resumen crítico del debate de debates. El resumen más amable para los intereses de la Moncloa es que Sánchez gana tiempo a su epílogo a costa de escribir unas líneas más en su hagiografía de triunfalismo resiliente radical.

Pedro Sánchez vive en su realidad virtual, que más que paralela es irremediablemente atravesada; una realidad compleja, de madeja enrevesada y entrampada. El presidente del Gobierno, cumplidos 5 años en Moncloa, sigue prisionero de su obra, a merced de sus socios chantajistas y atrapado en el sistemático incumplimiento de la palabra dada. El estado de la nación española es el resultado de permitir una deslealtad continuada a la Constitución, un cuestionamiento constante de la Transición y la integridad territorial, una humillación a las víctimas de Eta y al pueblo español por los pactos con los proetarras, una cesión impensable a los golpistas con los indultos, una política económica, exterior e interior presidencialista y tóxica para el interés general y un panorama de recesión que recuerda mucho a la incompetencia del zapaterismo. Eso esquilma a una sociedad empobrecida por el alza de los precios, una inflación desbocada (10,2), un paro galopante récord en la UE y una imposición fiscal despiadada. Los impuestos bolivarianos a los bancos y las energéticas que pagaremos todos hundieron la bolsa y se han comido la previsión de recaudación.

Hacía siete años que la nación española no asistía a su gran debate, muy necesario para purificar y transparentar ante la ciudadanía las responsabilidades políticas del Gobierno y del Parlamento. Hoy, tras cinco años de sanchismo podemita, España transita resignada hacia unas futuras elecciones generales que marcan en el calendario del futuro un previsible cambio político, según todas las encuestas. Pero mientras eso llega, la gestión del sanchismo y sus socios está abocada a una gobernanza socialcomunista con apoyo de los herederos políticos de Eta y los sepataristas catalanes condenados por sedición que mantiene a España en la deriva de la confrontación polarizada.

No sólo se minimiza el éxito histórico de la Transición, sino que el poder actual aboga por la refundación del «régimen del 78» y una España fragmentada bajo el paraguas republicano y el cuestionamiento sostenible de la Corona. Eso es lo que hemos visto en este debate sobre el estado de la nación que, no sólo llegó tarde, sino que mostró todas las imperfecciones Frankenstein de la era Sánchez mientras el albertismo espera pista de aterrizaje en prudente acercamiento para tomar el mando del país.

El debate sobre el estado de la nación, lejos de reanimar al sanchismo, ha evitado el desgaste del líder de la oposición, que por su condición de senador no ha sido el encargado de defender los postulados del PP. Alberto Núñez Feijóo no ha tenido ni que despeinarse, porque Sánchez se puso en evidencia al dirigirse a él repetidas veces sabiendo que no podía intervenir. Cuca Gamarra, Abascal y parte de los socios del Gobierno desairaron al presidente de la cosa, que quedó retratado en su relato propagandístico oficial, pues la gran mayoría de los españoles creen que los nuevos impuestos populistas serán inútiles. Sánchez no recupera el pulso por muchas medidas que tome ahora a favor de las clases medias y muchos brindis al sol contra los ricos, el dinero y los enemigos quijotescos del puro. La narrativa monclovita no termina de conectar con la calle ni de cuadrar el resultado de la suma, la resta, la multiplicación y la división de Yolanda Díaz. Lo de la «extrema derecha y Franco» ya no funciona y Sánchez tampoco puede esconderse tras una profunda remodelación gubernamental como la de Calvo, Ábalos y otras decapitaciones. Ahora está sólo ante el peligro de sus actos, como demostró el 25 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco en Ermua, entregado a una nación de naciones por exigencias del poder y del guion pactista en el que Euskadi y España son dos países en paz y los gobernantes de Cataluña permanecen varados en el desacato constitucional.

Ese es el estado del sanchismo podemita que nos dejó el debate de la nación, una huida hacia adelante entre la desmemoria de la ley de memoria pactada con Bildu y una triquiñuela parlamentaria para pactar con ERC el control del Tribunal Constitucional. En la calle, las protestas y los abucheos. Dentro del Congreso, el doctor Sánchez llamando curandero a Feijóo y diciendo que nada es culpa de este Gobierno. Sánchez sigue siendo podemita no centrista para pagarse una campaña electoral populista en un Estado subvencionado de inspiración peronista.

Memoria a la carta

Mertxe Aizpurua (Bildu), PSOE, Podemos y una larga lista de socios han aprobado el proyecto de ley de memoria democrática pactada con los batasunos, lo que permite a los herederos de Eta ser los relatores oficiales y camuflar los crímenes de la banda terrorista con la investigación del franquismo hasta 1983, cuando ya se había aprobado la Constitución y se habían celebrado varias elecciones que permitieron al PSOE acceder al poder en 1982. De esa manera, los batasunos proetarras se blanquean tras los GAL ya juzgados y condenados con penas de cárcel, mientras siguen sin pedir perdón a las víctimas y hay todavía más de 300 crímenes sin resolver. Una memoria a la carta que las víctimas de Eta califican de desmemoria y ha supuesto un nuevo desencuentro entre el PSOE y el PP en plena celebración del 25 aniversario del secuestro y asesinato del popular Miguel Ángel Blanco.

¿Legitimación del desacato?

Pere Aragonés se ha reunido con Sánchez al día siguiente del fin del debate sobre el estado de la nación y tras ser aprobada en el Congreso la reforma legal exprés que devuelve al CGPJ la competencia para nombrar dos magistrados del Constitucional, tribunal que ve los recursos que atañen a los separatistas. ¿Legitima esta reunión a Aragonés para incumplir el 25 por ciento de castellano dentro de la enseñanza en Cataluña que la Generalitat se niega a aplicar? ¿Son razonables las sospechas de petición de amnistía? Todo en la semana en la que el abogado de UE da la razón al juez Llarena para la entrega de Puigdemont a España negada por Bélgica. Otra foto del giro a la izquierda de Sánchez, que ha vuelto a recurrir a la prestidigitación mediante el anuncio de medidas con las que «okupar» el titular, pero que hay que llevar a cabo y cumplir, lo cual en otras ocasiones no ha logrado.

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