Opinión

Hasta Hacienda llora a Messi

Cuando celebrábamos el éxito de los olímpicos gallegos, un bombazo informativo paralizó todo el deporte mundial: “El Barça anuncia la marcha de Messi”.

No era un rumor. La triste realidad nos llevaba a vivir, de forma tan absurda como inesperada, uno de los episodios más dolorosos de la historia del fútbol español. Era demasiado duro ver marchar al mejor jugador del mundo, después de la salida en los últimos años de Cristiano y Neymar. Se habían ido las tres grandes figuras mundiales en cinco años, lo que obliga a reflexionar sobre el valor real de LaLiga y sobre la dependencia de que cuenten con grandes estrellas Madrid, Barça, Atleti…

Estoy convencido que este daño, quizás irreparable, no se le puede imputar a una sola persona, porque, aunque Tebas, Laporta y Messi no quieran asumir la cuota de responsabilidad que les corresponde en este sinsentido, es evidente que todos ellos han influido en este lamentable final. Es posible que los tres pensasen que les asistía la razón, pero “entre todos lo mataron y él sólo se murió”

El Barça lo justifica en su maltrecha economía, cuando ésta queda más tocada, porque a la marcha de Messi se le unen sponsors y otros ingresos que genera, muy superiores a su salario. Tebas, como Pilatos, se lava las manos con CVC, antídoto que entendía suficiente, pero que, según Laporta, era un caramelo envenenado. Y Messi que, si de corazón quería seguir como culé -en duda tras su presentación en Paris- pudo “ver” el farol del club si le preguntase al Barça cuánto le podía pagar. En todo caso, para el público siempre será el Bueno de esta película, mientras que se debatirá si el Malo es el presidente del Barça o el de LaLiga. El Feo está claro. 

La coartada de Tebas, con los 2.700m/€ de CVC, se viene abajo como un castillo en la arena con la primera ola. Es demoledor. No soporta ni una multiplicación. Si CVC recibe el 10% de los ingresos de LaLiga durante 50 años, partiendo de los 1.700m. de hoy nos llevaría a una percepción total por CVC cercana a los 10.000m/€ por los 2,700m/€ que entregarán, con la obligación de los clubs de dedicar el 70% a infraestructuras, el 15% a reducir deuda y el 15% para fichajes. 

Un negocio escandaloso -huele muy mal- que, curiosamente, también tendrán que sufrir en esos “eternos” 50 años los clubs que hoy no figuran en LaLiga. Entre ellos están clubs fundadores de la LFP que seguro que retornarán como el Deportivo, Racing, Murcia, Hércules, Recreativo, Córdoba… y que, ni esos, ni otros clubs que contribuyeron a consolidar LaLiga en sus casi 40 años, van a percibir la parte proporcional que les debería corresponder, si ese “préstamo” loco se lleva a cabo.

Solo por lo ‘exigido” que se podía encontrar Laporta -al igual que hoy otros muchos presidentes casi tan necesitados- se puede entender que de entrada viese bien el acuerdo LaLiga-CVC. Por experiencia presidencial conozco esos momentos en los que buscas una solución casi imposible a los problemas que sólo el tiempo los resuelve. Laporta, de inicio, vio la luz al final de ese túnel tenebroso, visión que se le borró, o le borraron, al estudiar mínimamente una operación más que suicida. 

El que había tenido la gran solución en su mano había sido Javier Tebas, si hace meses, o un año, modificase de forma temporal el control económico, en base a las incuestionables pérdidas de ingresos por abonados, taquillas… motivadas por la covid, con mayor incidencia en los grandes equipos. Debió flexibilizar a todos los clubs ese control económico, como han hecho otras ligas europeas, y en especial Francia, que, gracias a eso, se llevó el premio gordo: la llegada de Messi.

Y que no se me diga que los principios de Tebas son inamovibles -son como los de los famosos hermanos, porque, al catalogar a Jimmy como ultra, tomó decisiones fulminantes e injustas… y hoy, con toda la razón, insiste en exigir en los tribunales que condenen con dureza a sus asesinos- porque, a mayores, se trataba de tomar medidas que favorecían a la inmensa mayoría de los clubs de LaLiga. 
Ahora es posible que lleguemos a ser los más ricos de este cementerio futbolístico, si sumamos al rígido control económico, el préstamo leonino de CVC .Si tendremos estadios preciosos, impresionantes sedes sociales, ciudades deportivas únicas… pero habremos perdido a todas las principales figuras futbolísticas y habremos visto emigrar a una muy buena parte de nuestras más destacadas promesas. 

La marcha de Messi es un negocio ruinoso. Nadie gana. Todos pierden. Hacienda llora la marcha de su mejor cliente. LaLiga dice adiós a su jugador-bandera y sus clubs dicen adiós a un día de gran fiesta con taquilla garantizada… pero los que perdemos más, y sin culpa alguna, somos los enamorados del genio, incluídos aquellos a los que los blaugranas nos han hecho más de una perrería gorda. 
La cruel realidad la vivirá Javier Tebas cuando acuda a vender los derechos televisivos de los próximos años y le pregunte a su espejo mágico “Espejito, espejito, ¿sigue siendo LaLiga Santander la mejor Liga del mundo?”. La carcajada del “genio del espejo” lo va a escuchar la pérfida madrastra de Blancanieves.

Tebas, con su actitud, nos deja claro que no le gusta el fútbol. Se “cree”, él y algún club, que los contratos televisivos no los ha conseguido gracias a que el Madrid y el Barsa contaban con Cristiano, Neymar y Messi. Está “convencido” que los ha logrado por su gestión. Un ego que le aconseja minimizar la salida de los cracks.

Javier sí disfruta, y conoce bien, el negocio del fútbol, y por eso exige campos con iluminación perfecta, en los que drones y cámaras de ultima generación ofrezcan imágenes de una calidad insuperable, pero parece desconocer que los actores de la película que quiere comenzar a rodar no están al nivel de esa tecnología punta.

¡Qué pena que tenga esa visión tan limitada! Espero que, ya que el director no se entera, sea el productor de la cinta el que le grite, una y mil veces, que “el dinero tiene que estar en el campo”, pero en los artistas y no en la moqueta. Si por él fuese seguro que la “alfombra” para jugar no sería verde sino roja, como en los Oscars.

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