Opinión

De políticos y jueces

LA PROPOSICIÓN de ley del PP que pretende la elección corporativa de los doce vocales del CGPJ (Consejo General del Poder Judicial) elegidos entre jueces y magistrados, en nombre de la despolitización y la independencia judiciales (con la UE de coartada mal traída) es una nueva maniobra dilatoria para prolongar la mayoría conservadora de una institución cuyo mandato expiró hace ya más de cuatro años.

Levantemos acta de la persistencia del PP en prolongar esta anomalía democrática, que vuelve a ser utilizada a modo de chantaje en un asunto de naturaleza ideológica de la izquierda (la innegociable extradición parlamentaria de los 20 vocales del CGPJ). Eso no exculpa al Gobierno que, con otros argumentos y mismo propósito de reconquistar una mayoría progresista en el gobierno de los jueces, usa su fuerza parlamentaria para cambiar las reglas del juego con el partido en marcha.

Era una forma segura de encastillar al PP en su censurable posición (una excusa tras otra para no consensuar la renovación con el PSOE ). Generó dos derivadas tóxicas. Una, el reciente frenazo del Tribunal Constitucional a seguir tuneando la normativa relativa al funcionamiento interno tanto del CGPJ como del TC. Y otra, ganarse a pulso la enemiga de la Judicatura con absurdas, insensatas y contraproducentes alusiones a la supuesta ideología ‘facha’ de los jueces en general.

La Justicia emana del pueblo. Por tanto, es razonable, legal, justo y necesario que al CGPJ lo nombre el pueblo a través de sus legítimos representantes"

Pero vamos a lo que, en mi opinión, es el fondo del asunto: la Justicia emana del pueblo. Por tanto, es razonable, legal, justo y necesario que al CGPJ lo nombre el pueblo a través de sus legítimos representantes. Pura lógica democrática. Si el templo de la soberanía nacional vale para elegir al Gobierno de la nación también valdrá elegir a los miembros del gobierno de los jueces. Entre jueces, magistrados y juristas de prestigio.

La Constitución dice "entre" y no "por". Eso no ataca la independencia judicial o el dogma civil de la separación de poderes. No mezclemos el Poder Judicial (uno de los tres poderes del Estado) con el gobierno del Poder Judicial. Son extravagantes las alusiones a la muerte de Montesquieu de quienes piden a los políticos que quiten sus manos de la justicia. Confunden el fuero jurisdiccional (independencia, inamovilidad) con tareas básicas de inspección, nombramientos, ascensos y régimen disciplinario.

Los legítimos representantes de la ciudadanía, diputados y senadores, no son entes platónicos al servicio de una idea superior, sino piezas de unas maquinarias de poder facultadas como coartada del pluralismo. Hablo de los partidos. Dado su carácter de instrumentos de participación y cauces de la voluntad popular, nadie debería escandalizarse si se ponen de acuerdo en los nombres de los 20 vocales llamados a ser elegidos por las Cortes Generales (10 en el Congreso, 10 en el Senado).

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