MI ABUELO estuvo en San Simón. Escribió cartas que, quien las lee, no deja de conmoverse hasta las lágrimas. La ofensa de pretender celebrar allí el Samaín, creo yo, no es solo para los presos y sus familias. San Simón es un espejo que refleja lo que puede llegar a hacer un ser humano con otro ser humano. San Simón nos interpela cono humanos. En nuestra naturaleza. Las cosas que un ser humano es capaz de hacerle a otro están escritas en esa isla. Escritas con sangre.
San Simón debe ser lugar de reflexión y de memoria. Debe ser lugar de la dignidad y honra a los que se las sacaron y padecieron tormentos inimaginables.
Cuando se proponen este tipo de actividades nos quedamos perplejos.Porque, como un espejo, vemos que aún, después de todo lo que sucedió y de todo lo que se sabe que allí ocurrió alguien propone una "divertida noche de terror".
Me pregunto si estamos hablando de alguien solo desconsiderado, que no se toma en serio la vida y la muerte de los que allí estuvieron,o si, a través de eventos como este, el mensaje siga en la misma línea: lo poco importante que aún son. Y que la dignidad y la honra aún no se les repara. No me imagino que estos eventos se propongan en lugares donde la intención de reparar los crímenes cometidos sea la prioridad.
No podemos cambiar la tragedia ni los traumas que ella acarreó pero si podemos cambiar la representación de ellos. Si vemos la representación que el conselleiro de Cultura tiene de las víctimas, sus familias y del lugar (reflejada en el tipo de cartel con fantasmitas y risas infantiles...) lejos, muy lejos está su intención , como hombre de cultura, de promover el conocimiento y la reflexión para que nunca más suceda lo que sucedió.
San Simón sigue siendo espejo de la naturaleza humana.