Opinión

Varios Casados

Los que han tenido ocasión de conversar con el líder del PP destacan su trato cercano y amable. Por eso no se explica fácilmente su propensión al verbo incendiario, al insulto y a la descalificación, sobre todo en la persona del presidente del Gobierno. Le falta quizá el 'sosiego' y la 'serenidad' que le recetó hace unos días Feijóo. Esas sobreactuaciones, esas transformaciones, esos cambios bruscos de guion y estrategia —en pocas horas puede pasar de ser moderado a radical y de pactar a distanciarse de Vox, según los estados de opinión— y esa incapacidad de entenderse con Ayuso comienzan a pasarle factura a Casado. Todo iba viento en popa pero no fue capaz de mantener fijo el rumbo. Y las últimas encuestas son el primer aviso para navegantes.

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