Opinión

Más manadas

LA PROLIFERACIÓN de manadas desde 2016, cuando se produjo la violación grupal de una joven en los sanfermines, es una realidad incontestable. Lejos de reducirse por el carácter disuasorio que pudieran tener las condenas sociales y judiciales, ocurre justo lo contrario, como si hubiera un efecto contagio. Sin ir más lejos, este fin de semana apareció un nuevo caso en Manresa coincidiendo con el mediático juicio a un grupo de jóvenes de esa localidad. Psicólogos y estudiosos de estos execrables comportamientos alertan de que la violación grupal es premeditada y planificada -a diferencia de la individual, más guiada por el impulso-, hay afán de humillar -se graba el acto sexual- y los agresores son adolescentes o muy jóvenes -a veces bebidos o drogados- que tienen una educación sexual basada en la pornografía. Algo falla en la sociedad cuando esto se repite y no logramos ponerle freno.

No es algo exclusivo de España

Las violaciones grupales parecían un fenómeno de India o el tercer mundo. Pero ahora suceden en países como Alemania, donde dos manadas -una formada por menores- han vuelvo a poner el foco en la inmigración, como en la Nochevieja de 2015.

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