Opinión

Nuevos hábitos

ADEMÁS DE las graves secuelas que dejará este maldito coronavirus, con un coste elevado en términos humanos, sanitarios, económicos y psicológicos, el futuro ya no será igual para muchos de nosotros. Dure poco (¡ojalá!) o mucho el confinamiento, el mundo y nosotros mismos habremos cambiado lo suficiente como para no reconocernos en la mayoría de nuestros comportamientos. Todo será diferente. Los hábitos conductuales se modificarán. Y seguramente seremos mucho más precavidos, evitaremos las aglomeraciones, prestaremos mucha más atención a la higiene personal y a nuestro entorno. Imágenes como la de la gente con mascarilla, las calles vacías y el Ejército patrullando —como ayer mismo en la ciudad de Lugo— se nos quedarán grabadas a sangre y fuego durante bastante tiempo en la retina.

Ir a la guerra sin armas
​Cuando pase esta guerra, que estamos afrontando sin armas —los guantes, mascarillas y geles tardan y las vacunas no acaban de llegar—, quizá aprendamos una lección: que la tecnología no nos hace invulnerables. Un simple virus nos dio una cura de humildad y nos puso contra las cuerdas.

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