Opinión

Más autocrítica

AHORA QUE el Gobierno ha declarado el estado de alarma, quizá llegó el momento de hacer una reflexión sobre lo que nos ha llevado a que se disparen los contagios en esta segunda ola. Para empezar sería bueno desterrar esa costumbre tan nuestra de culpar a los demás de todos los males. Menos estigmatización y más autocrítica. La culpa no es solo de los políticos, los jóvenes y sus fiestas, los viajeros... ¿Acaso en nuestro entorno no hay gente que lleva la mascarilla por debajo de la nariz? ¿Y otra que nunca guarda la distancia? ¿Y qué decir de los que nunca se lavan las manos? ¿Acaso a veces no nos hemos parado a charlar animadamente con alguien por la calle? ¿Y no hemos ido a comidas familiares como si tal cosa? Todo ello sin hablar de personas que sabían que estaban infectadas y trataron de ocultarlo o, lo que es más grave, se saltaron la cuarentena. Solo la responsabilidad individual lleva al éxito colectivo.

Una terminología casi bélica

En un lenguaje casi bélico, Pedro Sánchez apeló ayer en un interminable monólogo de los suyos a las necesarias "disciplina social" y "moral de victoria". Tiene razón Lucía Méndez al decir que nunca estuvieron tan vigentes los versos de Rilke: "¿Quién habla de victorias? Sobreponerse es todo".

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