AUNQUE RESULTE obvio, no está de más recalcar que el caso de León no se parece al de Cataluña. Es cierto que ambos se quieren separar de Castilla, pero en el primer caso sería para constituir una comunidad autónoma propia dentro de España junto con Zamora y Salamanca, provincias del antiguo reino y la región leonesa. Las razones son aquí básicamente de índole económica, con quejas hacia un trato "discriminatorio" respecto al eje Valladolid-Palencia-Burgos. "La de Castilla y León es una comunidad fallida", repite José Antonio Díez Díaz, el regidor socialista que parece reeditar la lucha que llevó a cabo hace varias décadas Juan Morano, su predecesor en el cargo, por una autonomía unitaria. La moción presentada y aprobada en León —con los votos a favor de PSOE, UPL y Podemos y en contra de PP y Cs— y en al menos otros cinco ayuntamientos ha venido a reabrir un debate que nunca dejó de estar latente. Queda claro pues que Lion is not Catalonia y que el debate identitario leonés tiene componentes diversos. Además del macroeconómico, estarían el histórico —fue reino, no como Cataluña— y el demográfico, con el trasfondo de la España vacía.
