Opinión

Erótica del poder

ACABA DE fallecer a los 94 años víctima del virus que nos atormenta el expresidente francés Valery Giscard d’Estaing, un convencido europeísta que nunca tuvo una buena relación con España y que vio salpicada su vida política por algún escándalo. De porte aristocrático, medía sobre 1,90, era algo coqueto, un pétite peu prepotente y bastante mujeriego. Característica esta última que definió también a sus sucesores en el Elíseo: Mitterrand, Chirac, Sarkozy e incluso Hollande. Del nonagenario exmandatario ahora desaparecido dicen las malas lenguas que muchas noches solía llegar a palacio más tarde que el lechero. Él mismo dejó entrever en su novela La princesse et le président que tuvo un romance con Lady Di, con la que se le vio empatizar en un acto oficial y a la que supuestamente habría invitado al castillo de Rambouillet, a las afueras de París. Sea o no cierto, lo que está claro es que Giscard cultivó como pocos eso que llaman la erótica del poder.

Bayrou no le andaba a la zaga
Al Elíseo no llegó el exministro François Bayrou, que fue dos veces candidato. Pero daba el perfil. En una entrevista con una atractiva periodista, dejó una respuesta llena de grandeur: "Lo que mi mujer más admira de mí es la virilidad".

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