EN ESPAÑA existe una cierta propensión a mirar a Grecia por encima del hombro, olvidando que es una de las cunas de la civilización. A esa visión negativa contribuyen en gran medida las dificultades por las que pasa el país heleno como consecuencia de las drásticas políticas restrictivas derivadas de los rescates. Pero Grecia tiene también sus virtudes y atractivos, que son muchos. Y no nos referimos a sus paradisíacas islas, sino a la sana envidia que deberíamos sentir por el rápido traspaso de poderes tras las elecciones. Mientras aquí llevamos casi tres meses a la espera de la investidura, allí ya tienen Gobierno a las pocas horas de celebrarse comicios. A ello contribuye un sistema electoral que prima al partido más votado con un bono de 50 escaños, lo que confiere una cierta estabilidad al sistema.
Tsipras, populista pero no tanto
El pueblo es siempre soberano y no estamos aquí para contradecirlo. Así que nada que objetar a la derrota de Alexis Tsipras. Pero al líder de Syriza hay que reconocerle que gobernó anteponiendo el pragmatismo a la utopía. Por mucho que ahora le llamen "traidor" y "mentiroso», cayó con "el honor de los valientes", según Enric Juliana.
