Opinión

Debate esperado

Como todos los debates, el del miércoles no sirvió para despejar incógnitas y tampoco para reducir indecisos. Isabel Díaz Ayuso, que empezó algo nerviosa, consciente de lo que se juega, se defendió con uñas de los ataques de la izquierda. Con el paso del tiempo fue ganando en temple y estuvo contenida, que era lo que le interesaba. Ángel Gabilondo volvió a mostrar que podría ser un mejor gobernante que candidato y se desdijo para tender la mano a Pablo Iglesias, quien nunca defrauda en estos formatos si bien esta vez estuvo menos incisivo de lo habitual. A Edmundo Bal, buen orador, le pierde a veces un entusiasmo excesivo. Pero supo ganar visibilidad con varios cuerpo a cuerpo con oponentes. Mónica García, la médica del Doce de Octubre que lidera la candidatura de Más Madrid, aguantó el tipo y solo desentonó al llevar una vestimenta similar a la de la actual presidenta de la CAM. La candidata de Vox, Rocío Monasterio, no se amilana: tiene aplomo y no le importa bajar al barro si es preciso.

Una gallega en la moderación

Fue áspero y con alusiones personales no exentas de palabras gruesas. Pero cuando los moderadores pasan desapercibidos es que estuvieron brillantes. Felicidades a María Rey y a Jon Ariztimuño.

Comentarios