Opinión

Cara de perdedor

LO PEOR no es que haya "podemizado" su discurso —¿no se decía siempre que en España las elecciones se ganan desde la moderación?— ni que convoque a las urnas en julio —como hizo su rival en plena pandemia en Galicia, por cierto—. Lo peor es que, de repente, se le ha puesto cara de perdedor. Es lo que pasa cuando se apuesta todo a una carta y se convierten las municipales y autonómicas poco menos que en unas primarias de las generales o un plebiscito. Y, claro, la cosa acaba saliendo mal. Siempre hay ese riesgo.

El presidente del Gobierno, brillante en la tribuna de oradores, desenvuelto en las cumbres internacionales, ágil en las estrategias comunicativas, parece haber perdido brillo. El 23-J tendrá el último test de resiliencia. Veremos cómo lo afronta.

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