Opinión

"Crónicas y perfiles"

PONTEVEDRA siempre ha necesitado retratarse a sí misma mediante todo tipo de técnicas. De ahí surge el hecho casi endogámico de escribir sobre A Boa Vila sin reticencias, con el pecho henchido y la cabeza erguida. Y es que algunas de las últimas publicaciones sobre la villa del Lérez pasarán a la historia por su magnífica caligrafía y su incuestionable calidad: Quedarse en Pontevedra, de Manuel Pérez Lourido, Habladme Piedras, de José Benito García, Los días de F.L. y de Bernardo Sartier son algunos de los últimos ejemplos intelectuales que reconocen lo que les estoy contando.

Ahora surge sin improvisaciones y con impulso Crónicas y Perfiles de Pontevedra, libro ágil y recién salido del horno editorial. Escrito y adiestrado grácilmente por Milagros Bará Viñas, el cual se nos presenta como un compendio de memorias y renglones trazados con apetencia, destreza y exactitud. Milagros empezó a escribir –me consta- con cierta sospecha. Sus años como acreditada guionista hacían presagiar que lo suyo no sería el mundo del artículo semanal, pero cuán equivocados estaban aquellos que le vaticinaron un corto periodo en el mundo del columnismo, ya que no sólo ha sido y es una de las cronistas más leídas y comentadas de este Diario desde el que ella escribe, sino también porque su éxito logra condensarse en este libro que ahora mismo recorre las librerías de Pontevedra avalado por el apoyo de un amplio número de lectores. 

Hablar de Milagros Bará es hablar de una persona que no opina a palo seco, sino más bien de una mujer madura con sobrado bagaje profesional

Yo soy de los que creen que cualquiera puede llegar a opinar, a decir lo que rumia (“las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene uno”), pero otra cosa es el arduo trabajo de investigación que el columnista llega a aportar a su causa, más allá de la mera sentencia personal sobre el hecho que sea, que como cualquier persona puede llegar a deducir, en muchas ocasiones se ve viciada por el sentir personal, el amiguismo o vaya usted a saber cuántas cosas más que nada tienen que ver con el rigor periodístico que todo informador debiera poseer.

Así pues, hablar de Milagros Bará es hablar de una persona que no opina a palo seco, sino más bien de una mujer madura con sobrado bagaje profesional que intenta poner en claro los hechos acaecidos para enseguida llegar a una resolución clara sobre el tema que ella desea presentar a sus lectores. Esta es la gran diferencia entre el informador veraz y comprometido con sus lectores y los (des)informadores que -aunque a veces nos causen risas con sus socarronas narraciones- no son más que asalariados gustosamente sostenidos por “el sistema”. Porque si la información es poder, imagínese usted la desinformación.

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