A veces una ruptura es mejor que una transición. Si no, que se lo digan al Barça, cuyos aficionados fruncieron el ceño al escuchar por megafonía los nombres de Piqué, Busquets y Sergi Roberto, mientras por sus cabezas pasaban, a cámara rápida, las debacles de Liverpool, Roma y Bayern. Estos tres (ex)jugadores no deberían haber pisado el campo. La culpa es de ellos, por no saber echarse a un lado y seguir desangrando el club, y del entrenador, para quien no es fácil despedir a sus amigos y excompañeros. Kessié, Balde y De Jong eran una revolución que difícilmente podía empeorar el pasado. Sobre todo si este tiene cara de derrota.
