Opinión

Adiós a Ruta

Si, como dicen, los años universitarios son los mejores de nuestras vidas, algunas de mis horas más felices las he pasado en Ruta, uno de los templos nocturnos de aquel Santiago que aún miraba más a los estudiantes que a los peregrinos. Ahora que el único templo en pie es la catedral, y que los educandos han cambiado los vasos de tubo por shishas y las pistas de baile por Tinder, los boomers vamos asumiendo este término con noticias como esta. Porque cada cierre de aquel garito donde bebíamos en vaso largo o la discoteca donde ligábamos es una estocada que nos recuerda que ya no somos (tan) jóvenes. Pero que nos quiten lo bailao.

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