Opinión

Resurrección

A pesar de que tanto mi familia, como mis amigos y, sobre todo, mi compañera en el viaje hacia la senectud por este valle de lágrimas estuvieron durante meses preparándome mental y psicológicamente para la cancelación del Resurrection Fest —y que al final se produjo—, se me hizo raro no haber acudido este año a mi retiro espiritual de cuatro días en Viveiro. Como buen amante de los clásicos de los 80 y los 90 siempre estaré agradecido a Ivan Méndez por traerme a las puertas de casa a esas bandas que de otra forma es casi seguro que nunca habría podido ver en directo. Solo dos veces desde sus inicios no he podido asistir, y ambas por culpa de una enfermedad. Pero de la misma forma que nació el festival, el año que viene resurgirá de nuevo y nos volveremos a ver en Viveiro.

Comentarios