Opinión

Dosis de realismo


La aventura concluye. Pero el desafío de verdad empieza ahora. Tras el craso error de disolver y convocar elecciones solo le queda al partido popular la parte efímera de una victoria insuficiente. Nunca se explicaron creíblemente las causas de la ruptura de la coalición de gobierno. Un gobierno, cuando menos, en apariencia, era estable. Los tiempos a miedos en mociones de censura ya hace meses que fueron periclitados y eso lo sabe bien la cúpula de un Ciudadanos que toca a punto final. 

Quiénes generaron o crearon encuestas para algunos partidos se han equivocado. Y el empecinamiento como la campaña del todo o nada que desde la presidencia de algún partido se empeñaron en llevar a cabo, ha fracasado. Casado no obtiene a través de Mañueco una victoria que confirmen sus múltiples vulnerabilidades. No estuvo en la victoria como sí lo estuvo hace unos meses en Madrid. El revulsivo se queda sin oxígeno. Y el problema ahora es que no puede hacer caso omiso a Vox por mucho que aparente estarlo.

De una estabilidad condicionada a unas condiciones que no sabe si podrá cumplir y, sobre todo, el saber cómo el electorado interpretará los siguientes pasos. Nada es creíble y menos que se llegase a un pacto de gobierno con socialistas que experimentan un fortísimo desgaste respecto a las elecciones de hace casi tres años. Y son tres décadas y media de gobiernos populares. Ahí es nada. Pero el discurso que vale en Andalucía o en Castilla La Mancha no vale en otros lugares.

No, no es un buen resultado para el PP y que supo tal y como iba vencida la campaña que no pintaban bien las cosas y que incluso se prefirió opacar el protagonismo de su presidente nacional. Las andanadas y las veleidades en clave nacional han casado mal desde el principio y alejado el foco. Suficiente sin embargo para ganar, pero también para alimentar a otra derecha, esa misma de la que en apariencia y ante los focos se dice renunciar, pero que luego sustenta a algún que otro gobierno autonómico y municipal.

A la derecha del PP hay una fuerza política que crece, la única que lo hace, como también, aunque ocasionalmente de momento en Castilla León las candidaturas de esa España vaciada y tan de moda en el discurso político pero sin que, en verdad, se palíen sus efectos o, lo que es peor, sin que se sepa cómo hacerlo. Y ello, en honor al realismo de los problemas, no se antoja ni fácil ni paliable con una sola medida. Las trece actas de procuradores son un resultado soberbio para el partido de Abascal y más con un candidato ignoto en la arena política. Otra cuestión es gobernar, y saber gestionar. Y en esto no hay másteres más que el sentido común, la prudencia y el sentido de estado. 

Pronto desde Génova lanzan el mensaje de que no gobernarán con Vox, otra cosa es lo que diga el barón castellano y el mapeo final de alcanzar o retener el poder que son cosas bien distintas. La jugada ha salido mal. Y si bien el PP ha absorbido mucho voto de Ciudadanos que no se ha ido al PSOE, sabe que compite con Vox y que estos han aprendido la lección de facilitar gobiernos sin entrar en ellos. Y eso, en política, también se paga y a un coste alto. La fatiga del bipartidismo tiene tres nombres, León, Soria y Ávila donde crecen en miles de votos y suman 7 actas. Deberían también tomar nota todos. No solo unos pocos.

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