Opinión

Adiós triste año

Se acaba con tanta pena como apenas gloria un año donde creímos y soñamos que el virus quedaría atrás. Vivimos y convivimos con el pero creyendo en todo momento que no existía. No hubo ni tuvimos límites. No quisimos tenerlos. Las calles abarratodas al igual que las terrazas o las playas de un estío prácticamente para olvidar. Simplemente para olvidar en una cansina memoria y somnolienta en la noria de las vanidades o quizás deidades.

Filomena marcó un año entre solaz y desmadejado creyendo además que llegaría una recuperación que se ha quedado muy lejos de lo esperado. Como ya saben campanas para el gobierno. Catastrofismo para la oposición. Unos y otros tienen sus propias penitencias ante un silencio o desdén casi absoluto y generalizado de la opinión pública a la que poco le importa lo que digan ya los políticos. Esto ya no va por barrios. Ni por ideologías. Se vota contra. Aunque quizá siempre hemos hecho lo propio votar al menos malo o con esa hipócrita frase, a saber, con la nariz tapada. De esto todos creo o me temo sabemos mucho.

El año en que nos rendimos a los talibanes y dejamos al pueblo afgano a su albur. De nada han servido panegíricos ni prometer democracias a dedo. O a impulsos de millonarias subvenciones.

El año en que la Unión Europea ha permanecido en su total indiferencia y cada vez más alejado de la realidad social de unos europeos que ven con escepticismo las estructuras comunitarias. 

Quisimos viajar y viajamos. Vivir y vivimos. Y a nadie nos ha importado, incluso inoportuna do las cifras de muertos por el covid. 

Mirad hacia otro lado ese espléndido lugar llamado indiferencia se nos da de miedo. Siempre se nos ha dado como el quejarnos pero con la barriga o el buche lleno.

Terminamos con una reforma legal del mundo laboral que nadie ha sabido explicar ni denigrar con objetividad. Se queda a medias de todos los caminos pero todo vale para gobernar o para hacer oposición.   Por este lar ideas pocas pero allá cada cuál y quién vota.

Acaba el año con el cambio de parecer de un alcalde que por un puñado de votos ahora sí, ya no se niega a que nombren a Almudena Grandes hija predilecta después de haberlo impedido. Quién sabe si ha leído alguna vez libro alguno de la madrileña. La vida es así una ruleta de caprichos y oportunismos. Más vale no criticar que a este paso ya nadie sale en foto alguna. Así que paz y bien y que por poco a buen seguro que algo mejor será este 2022.


 

Comentarios