Opinión

Sin rumbo

'Aimlessly’, dicen los ingleses, sin rumbo, decimos nosotros. No sabían algunos lo que es o era gobernar, pero sí ansiar los oropeles del poder, las alfombra naftalinizadas, el coche oficial, las vacaciones siempre pagadas. Quién sabe. O qui lo sà, es lo mismo. Y es que gestionar, gobernar, es sumamente complejo. Tanto en lo macro, como sobre todo en lo micro. Llegar al ciudadano. Desmenuzar los problemas y ya, sobre todo y ante todo, anticiparse a los mismos. Pero no hay más ciego que el que ve y se aferra o empeña en no querer ver, en negar la realidad, las evidencias, los hechos. En una negligencia atroz. 

Claro que en la gestión puede haber errores. Pero también la humildad para explicarlos, reconocerlo y explicarlos, y luego saber en qué dirección rectificar. Y no hablo ni de sabios ni menos de necios. Rectificar. Pero no enmascararlo en la prudencia excesiva, porque esta no vale en tiempos de urgencia, de emergencia y alarma donde son miles los muertos, —muchos más miles de los que nos dicen, hasta en eso no son eficientes nuestros políticos—, porque esta prudencia es improvisación, zigzagueo, duda, miedo y, sobre todo, ignorancia suprema en no saber lo que hay que hacer. Gobernar es gestionar, es afrontar, es decidir, es imponer, pero es también informarse, prepararse, estudiar, dialogar, escuchar. La última decisión es tuya pero ha de ser una decisión informada. Gestionar es sumamente complejo, porque se gestionan vidas y haciendas, patrimonio y bienes tanto públicos como privados porque todo incide en la esfera personal y patrimonial del ciudadano. Todo, absolutamente todo. Nada se deja fuera ni al azar ni al capricho de las circunstancias.

Esta pandemia ha puesto sobre la mesa la ineficiencia, el ocultamiento y el silenciamiento de muchos gobernantes a todos los niveles pero contrariamente ha resaltado a otros que han buscado transparencia, sencillez pero, sobre todo, resolución y explicación. Y lo han hecho atesorando calidades humanas e importándoles más que su puesto sus ciudadanos y las personas. Ahí tienen a una de las grandes sorpresas, el alcalde de Madrid, y el propio presidente de la Xunta. No son pocos los alcaldes que lo están dando todo, absolutamente todo. Que han bajado al fango de una tragedia que tratan de resolver, de ayudar, de apoyar, de mitigar con medios, con recursos escasos, con verdades, con palabras que salen del hondo del alma, y buscan consuelo a muchas familias que han sufrido el desgarro y el punzón de una tragedia que acongoja y apesadumbra. Gente con empuje, con garra, con decisión, con valentía y con coraje. Y eso no lo podemos olvidar ni ignorar. Ya no vale la excusa de que no sabíamos lo que iba a venir. No vale. Ya desde finales de enero era evidente, pero más a finales de febrero. Excusas de malos pagadores. 

Necesitamos gestores, técnicos, expertos y políticos que, con decisión, les hagan caso a la hora de ponderar, equilibrar, calibrar y adoptar las decisiones. Y que lo hagan con responsabilidad y valor. 

Hace siete años le escuché a un presidente que él nunca nombraría para un cargo a alguien que no tuviese experiencia de gestión. Lo tenía y lo tuvo claro. Y hoy más que nunca el tiempo le ha dado la razón. Gestionar con humanidad, con valores, con arrojo en tiempos de normalidad pero sobre todo en tiempos tan extraordinarios como los que vivimos y donde las incertidumbres son todavía numerosas. Gestionar el miedo, la angustia, el dolor de los ciudadanos también es importante, pero, sobre todo, aportando soluciones.

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