Opinión

Laberintos políticos

CRECE LA tensión, mitad impostada, mitad cierta. Se juega con todo, se utiliza cualquier arma. Incluida el desdén. De esto algo hay en la ligereza maleducada y sin guardar las formas con que el gobierno central está tratando al gobierno gallego. Todos aprovechan obviamente para elevar el listón y la acusación. Pero ruido y agua lleva el río, también el de las vanidades y el de una absoluta falta de respeto a las formas y a las instituciones. En el camino la sombra de una incompetencia absoluta para formar gobierno. Todo vale y todo es empleado con displicencia y mucha arrogancia. Baile y viajes interesados de ministros. No menos que el del candidato a presidir el Gobierno central reuniéndose para la foto y la galería mediática con algunos sectores muy señalados, escasamente representativos del sentir general y de la problemática de este país. Con quién tiene que reunirse el presidente en funciones es con sus homólogos políticos. Y no jugar al despiste y a la técnica del avestruz.

El patio está revuelto y se aprovecha cualquier excusa. De esto master cum laude, bueno, dejémoslo con honores y quitemos lo del laude, de nuestra cansina clase política. No le falta cierta razón a un presidente autonómico que denuncia que en nombre de la vanidad no se puede gobernar. Más certero imposible. Pero de vanidades está hecho el hombre y también el político, cómo no. Y en este mar de vanidades todos tientan y tienden su ropa esperando que la lluvia empape y termine por escampar. Olvidan, cómo lo van a saber, aquella máxima de aquél buen emperador para unos, dominador y conquistador para otros, que vivió en la segunda franja del siglo II y escribió aquello de "Vivimos por un instante, sólo para caer en el completo olvido y el vacío infinito de tiempo de esta parte de nuestra existencia". Si esto es así, y en el fondo no le faltó razón a un hombre capaz de compartir por vez primera en la historia las riendas de un imperio con otro emperador, ambos prohijados desde la época de Adriano y sobre todo, de Antonino Pío, ¿qué pensarían nuestros políticos de hoy? Y es que como también escribió Marco Aurelio, con o sin sus Meditaciones, "la vida del hombre es una simple duración". La del político es efímera, polvo de historia que el tiempo rescribe. En España somos muy dados a rescribir la historia mas también a una amnesia superselectiva.

Quiérase o no, estos días de estío, pasados en este momento en el norte por un auténtico temporal atmosférico, no político, están sazonados de titulares y de apariencias más que de presunciones. Se aparentan demasiadas cosas, amplias vanidades y querer hacer, pero no se hace ni tampoco se quiere hacer. Empieza como en algún deporte, el tiempo de descuento. Y ese descuento puede llevarnos a unas nuevas elecciones que me temo no van a resolver la situación, mas eso sí, utilizar al ciudadano como si nosotros fuéramos los culpables del lío que hay. Y ese lío, es muy simple, en este país simplemente lo que no hay ni existe es un proyecto de país y de gobierno. Así de simple.