Opinión

Erráticas y frivolidades

Solo el tiempo dimensionará si esta nueva moción de censura, la segunda de Vox, la sexta de nuestra democracia —y no se olvide que Sánchez llegó de la mano de una prácticamente sacada de la chistera, toda vez que Rajoy se las prometía fáciles aprobados los presupuestos con un PNV displicente y que en una semana cambió de rumbo totalmente—, será o no el punto de inflexión a la caída general en voto de la formación de Abascal.

El show está montado. Y todos mis respetos hacia un nonagenario Ramón Tamames, de trayectoria teórica económica soberbia, pero política y práctica diferente en resultados. ¿Qué busca Vox con esta moción y con un candidato anecdótico en lo que concierne a la política de nuestros días? Simplemente un protagonismo y una irrupción en medios para recuperar la sensación cierta de caída y pérdida de terreno ante Feijóo. Pero unimos en este artículo al lado del término errática, otro vocablo, frivolidad. Y es que vistas las cosas en los últimos meses, también diríamos que años, la política se ha convertido, recte, la han convertido en el proscenio teatral de la frivolidad. 

De la distancia con los problemas reales de los ciudadanos. De un enfrentamiento dialéctico absurdo, insulso, pero dañino. Al menos en una lacerante y nunca detenida hemorragia de descrédito y cierto ridículo. Lo público, la res publica, es algo demasiado serio para dejarla en manos de advenedizos de y hacia la política. De todo se aprende. Pero también de los colosales errores como los que en su momento protagonizaron Rivera y bien secundado por Arrimadas en aquella pésima gestión primero de la victoria en Cataluña, y olvidamos pronto, y el sorpasso casi al PP de Casado y aquellos diputados que con los socialistas sumaban 180 escaños para una política socio-liberal que podía prometer.

Dejando al margen los escasos gobiernos locales o autonómicos de coalición y su resultado, Vox se enfrenta a su propio Rubicón este mayo, venidero y medidor de muchas claves. También las claves monclovitas por mucho que, farisaicamente se insista en separar ambos resultados. Todo irá en función de éstos y el interés si la derecha del PP obtiene buenos resultados de ser la antesala de las próximas generales de diciembre. Y a buena fe que tanto lo que queda de Ciudadanos como la errática de Vox se lo facilitan.

Sánchez carga contra Feijóo en esta moción para distraer el foco mediático. Pero el gallego nada tiene que ver con la misma, al contrario. Mas una posición discreta, distante y a la espera le dará resultado. No así a Vox. Buscar la foto y la alharaca simplona, habida cuenta que algunos medios se hacían eco que otras opciones de candidatos, veremos si es cierto o no, eran el mismísimo González o Guerra, no le dará rédito alguno a la formación de Abascal.

No pinta nada ni por el momento o la ocasión ni por el  candidato una moción de censura que solo hará distraer de otros problemas a todos o casi todos y hacer que mientras no se hable de lo importante. Golpes de efectos que al final pueden hacer poner a una persona ante un ridículo extremo. Pero no hay más ciego que el que ve y se empeña en no querer ver y prestarse al show tampoco aventura nada bueno a una persona de tamaña edad y respeto. 

De culminar la oratoria lectora del discurso, esperemos que el ensañamiento solo sea cierto reproche pero no retahílas mordientes de discursos y réplicas envenenadas contra la persona de Tamames. Y quién se expone sabe también los riesgos y los vocabularios. Este parlamento es muy distinto de aquél de hace cuatro décadas.

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