Opinión

Divorcios políticos

Los cántaros van a la fuente. Unos rompen, otros no. Depende del azar pero también de la arcilla o el barro con que se han fraguado. Como las viejas espadas del imperio español toledanas de cuerpo y alma, hechura y forja. Los partidos políticos engrasan ya sin tapujo la recta final hacia unas elecciones donde las caretas se caen, las medias verdades se diluyen y el tono decibélico solo hace incrementarse. Dejemos el solo con tilde y valoremos siempre el lenguaje y la Academia, esta vez con a mayúscula, que problemas y serios tenemos los españoles de a pie.

Hemos asistido a la anécdota voxiana y una moción de censura tan absurda como injustificada. Los réditos, apenas en dos meses. Y lo sufrirán en carne propia algunos. Al tiempo.

Somos ya viejos en estas lides de las arenas electorales y las ocurrencias estrambóticas. Ha sido inteligente el líder de los populares, silencio y dejar hacer y ver, también oír que no escuchar. Él solo debe sumar. Y recoger el desencanto y la desilusión de muchos, vengan de donde vengan los votos. Y sus elecciones son estas, pero también y sobre todo las de diciembre. Antes este Rubicón. En la diana, la Comunidad Valenciana, también Canarias y tal vez Baleares. Y retener el resto. Ahí es nada. Mejorar en País Vasco y Cataluña es posible, pues peores no han podido ser los resultados en los últimos años.

Sánchez saca pecho como lo hace Díaz y su estudiada coreografía de respuestas.

Visto lo visto, y sobre todo el monólogo y soliloquio solipsista de algunos, estuvieron bien. Saben que si fracturan y se dispersan las opciones, la izquierda se debilita, pero la casa del viejo Podemos está muy revuelta, también demasiado, sabedores como son de que fuera llueve y no siempre escampa a tiempo.

Lástima de días y semanas perdidos en un país que necesita poner sus energías en las cosas que importan de verdad a los ciudadanos. Estamos ya sobrados de tertulianos y múltiples tertulias que saben de todo pero no solucionan nada.

Y llegados a este punto, siempre las coaliciones se desmembran y cada uno, a lo suyo. Saben muy bien algunos que quien más suma y gana es el partido mayoritario, que se lo digan a Ciudadanos y pronto se lo dirán a Vox. Ayuso es consciente de que tiene otra buena oportunidad en la peculiar forma de votar en Madrid y su confrontación total con la Moncloa y un discurso que vende y exalta a los suyos.

Atrapará votos en esa ruptura. Lo que no fue en Castilla y León y que hace que el Partido Popular presente dos frentes o rostros bicéfalos y antitéticos en el discurso donde hurgará en la herida la izquierda.

Preparémonos para escuchar de todo en las próximas semanas en una teatralizada guerra sin cuartel. Y no se preocupen que ya nadie en este país a partir de unas edades saben quién era Largo o el Lenin español, como acuñó el candidato a presidente en la moción, pero tampoco Mola o Yagüe.

Aquí se olvida pronto, se ensalza antes y todo se acaba defenestrando porque nada estaba atado o bien atado. Al contrario. Pero antes de la memoria democrática es bueno saber y testar lo que es la democracia de la memoria. Empieza el espectáculo.