El Club Fluvial afronta su peor crisis institucional con petición de dimisiones

Esas demandas se producen a raíz de que el presidente elegido por la junta para relevar al fallecido Núñez Torrón no fuese refrendado por la asamblea de compromisarios, que en cambio sí aprobó las cuentas de dos millones para 2015
La asamblea del pasado jueves
photo_camera La asamblea del pasado jueves

El Club Fluvial, la entidad deportiva privada con más socios de la provincia, unos 8.000, vive la peor crisis institucional en los últimos 15 años. Un grupo de compromisarios pidió la dimisión de su directiva y que, por tanto, se anticipen las elecciones previstas para la primavera del año que viene.

Esta demanda se formuló una vez que en la noche del jueves los socios compromisarios no refrendasen al presidente nombrado por la directiva para suceder al fallecido Eduardo Núñez Torrón -su segundo, José Vázquez Tato-, pero sí en cambio aprobaron el presupuesto de este año, que ronda los dos millones de euros, y las cuentas del ejercicio pasado.

Ese sector crítico considera que la designación de Vázque Tato como presidente y de Manuel Yanes como vicepresidente se hizo con «opacidad» y que este no dio explicaciones previas sobre sus objetivos.

Añade que los directivos deberían dimitir y que habría que convocar elecciones porque «un club no puede funcionar sin presidente».

El que sigue ahora como vicepresidente prefirió no entrar a valorar este voto de castigo, pero sí defendió que «se aprobó la gestión de la junta directiva» al recibir el visto bueno el presupuesto para el presente ejercicio y las cuentas de 2014.

Vázquez Tato, que dice sentirse arropado por su directiva, explicó que la estabilidad que le aporta ese acuerdo sobre las cuentas les permite tomarse un tiempo para decidir qué van a hacer, si continúan o dimiten. «El club funciona y no va a sufrir porque una decisión se tome una u otra semana», indicó.

«Maniobra orquestada». Sí se posicionó el secretario de la entidad, Luciano Márquez, quien afirmó que ese rechazo responde a «una maniobra orquestada contra Vázquez Tato», pero no quiso desvelar por parte de quién ni por qué. Mostró su extrañeza sobre esta oposición porque «durante 15 años nos aprobaron todos los acuerdos por unanimidad».

Tanto el vicepresidente como el secretario del Club Fluvial coincidieron en destacar que la directiva «no es presidencialista» y que en los 15 años que llevan en el cargo han tomado las decisiones de forma «colegiada y consensuada».

La directiva eligió presidente a Vázquez Tato a finales de marzo, tras el repentino fallecimiento de Núñez Torrón y a Manuel Yanes como vicepresidente. Pero esos nombramientos eran provisionales, a la espera de que fuesen refrendados por la junta general de socios compromisarios. No prosperaron por 31 votos a favor y 50 en contra.

Ese fue el punto más polémico del orden del día. La tensión fue amainando con la gestión económica. Una veintena de compromisarios se marchó durante el debate de esos asuntos. Las cuentas de 2014 fueron aprobadas por 29 votos a favor y 23 en contra. El presupuesto de este año mantuvo una proporción similar, recibió 27 síes y 21 nos.

¿Y ahora qué? Varias son las alternativas que le queda ahora a los nueve miembros de la directiva del Club Fluvial. Pueden proponer un nuevo presidente, que precisaría ser refrendado por la asamblea de socios. Pueden dimitir y adelantar las elecciones. Y quedaría una tercera vía, dependiendo de cómo se interprete el reglamento interno, que sería continuar en sus puestos hasta la cita con las urnas en la primavera de 2016 sin nombrar al sucesor de Núñez Torrón.

En la tensa asamblea del pasado jueves por la noche no se llegó a debatir, pese a que un grupo de compromisarios lo propuso, la decisión que tomó hace unas semanas la directiva de echar del Club Fluvial a dos socios que los llevaron ante los tribunales por presuntas irregularidades en su gestión, caso que fue archivado por el juzgado de instrucción número 1. Los afectados recurrieron y algún compromisario pidió que se diese marcha atrás a esa expulsión.

La directiva aplaza a una próxima reunión su decisión de si continúa o dimite y anticipa las elecciones

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